Como segunda parte de La gran mentira de nuestro tiempo, vamos a ver que todo esto tiene una causa religiosa.
Un dato: en 1954 nevó en Sevilla (España). Las personas mayores no recuerdan ninguna otra nevada ni anterior ni posterior hasta nuestros días. Si hoy nevara en Sevilla, ¿sería interpretado como un signo más de este inexistente cambio climático, a pesar de que esto ya ocurrió? En caso afirmativo, sería una prueba más de la tergiversación científica que rodea todo este tema.
¿Cómo se puede decir que el clima está cambiando por la influencia de la actividad del ser humano si no se sabe exactamente aún el funcionamiento de la atmósfera?.
Hoy en día vivimos un nuevo episodio de la sociedad humana en el que cada vez nos encontramos más alejados de nuestro Dios, que nos incomoda. Como consecuencia de este alejarnos de la idea de Dios, surge la necesidad de crear nuevos dioses a los que adorar, como en el caso que refiero, es el del cambio climático.
Pero aún más, es la necesidad de crear nuevos dioses la que termina desplazando por la fuerza bruta al Dios Vivo revelado desde el comienzo de la Historia. Es un proceso de fuerza en el que nuevos postulados quieren desplazar de su sitio a los de siempre, como si el ser humano hubiera cambiado en su naturaleza en los últimos tiempos y necesitara nuevas normas morales.
Para ello, el cambio climático se ha de considerar un dios todopoderoso (todo tiene que ser enfocado desde ese punto de vista), tener sus dogmas (cualquiera que niegue su existencia, será considerado un negacionista), y será necesario hacerle ofrendas (el dinero que se está gastando en su causa sin contemplaciones).
Estos nuevos dioses nos traen una nueva revelación creada por nosotros, y una moral adaptada a nuestras necesidades (o mejor dicho, que no exista) y su autoridad procede de un pretendido conocimiento científico, revestido de la sacralidad profana de la ciencia, pero manipulado hasta la nausea.
Este nuevo dios creado por nosotros es justamente el contrario al Dios judeo-cristiano, un Dios Todopoderoso, revelado a sí mismo al pueblo judío en primer lugar y por Cristo de manera definitiva; para el que el ojo derecho de su amor es el ser humano y, por tanto, con las características de la moralidad y santidad.
Por esto es necesario destruir todo vestigio de este Dios para dar lugar al nacimiento del dios conveniente, del dios hecho a la medida de nuestras necesidades, del dios cómodo y amoral.
Este es el dios que hoy está en boga, que se nos quiere vender como la solución de todos nuestros problemas a costa de la desaparición de nuestro Dios. Un dios útil, al que podremos manipular a nuestro antojo, que no nos exija nada, pero que no nos da nada, sino que nos terminará quitando la libertad, bien supremo del ser humano otorgado por Dios desde el paraíso y que se haya constantemente amenazado en nuestros días.
Cada uno sabrá a lo que debe atenerse.
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