Los amables amigos que leen este blog desde hace ya algún tiempo han podido comprobar cómo, a través de mis artículos y referencias, ha sido siempre mi interés el expresar en palabras lo que creo que es el auténtico seguimiento a Cristo.
Sin restricciones a su mensaje; sin condiciones a sus mandatos; sin cortapisas a su voluntad, intentando ser fiel al mensaje recibido.
Principalmente por dos razones:
- porque el auténtico seguimiento de Cristo es el que nos transmitirá la felicidad que Dios quiere para nosotros.
- y porque en el juicio al que nos habremos de someter será el mismo Cristo nuestro Juez, y a Él no podremos ni mentirle ni regatearle nada.
Y no faltan nunca en nuestros tiempos mensajes torcidos (con buena o mala fe), incompletos, sesgados o simplemente buenistas que al final terminan por empañar e, incluso, hacer incomprensible el mensaje de Jesús.
El tema de los ricos y los pobres está claramente expresado en el evangelio e interpretado por la Iglesia en su magisterio. Pero el afán por hacer de este mensaje un repertorio de lugares comunes (fáciles de transmitir y de escuchar pero vacíos de contenido en la mayoría de los casos) hace que el auténtico mensaje de Cristo para todos nosotros quede difuminado o simplemente desvirtuado.
He encontrado en internet un artículo que resume admirablemente lo que pienso sobre este tema y por ello incluyo aquí un enlace a su contenido. No conozco a su autor, pero creo que el grandísimo porcentaje de su contenido con el que estoy de acuerdo, hace que pueda incorporarlo aquí.
Hoy más que nunca aprecio las palabras claras que aportan luz, en lugar de las palabras vacías que aportan oscuridad.
Artículo "No has buscado ni a sabios ni a ricos"