Todo se circunscribe a lo que vas a ver, a oir, a gustar, a oler, incluso a tocar.
El sentimiento brota de la combinación de todas estas sensaciones, de manera que una intensificación de esos efluvios, originará un sentimiento de distinta magnitud.
Pero esto no es malo si se entendiera bien todo lo que percibimos.
En la Iglesia, en la carta a los Romanos (10, 17) tenemos una máxima que nos ha acompañado siempre: "Fides ex auditu", la fe nace de la predicación.
Creemos según lo que hemos recibido, lo que hemos percibido, lo que hemos oído o visto.
Todos los actos de fe de los grandes personajes que jalonan nuestra historia de salvación han sido provocados mediante los sentidos y mediante ellos, hasta en los sueños (como en el caso de San José), Dios ha obrado verdaderos milagros.
"Nosotros le vimos hacer milagros ... ", atestiguaban de Jesús los primeros discípulos.
Pero 'ver' y 'mirar' no es lo mismo; ni 'oir' y 'escuchar'; ni 'comer' y 'alimentarse'.
Vemos muchas cruces, pero no miramos a la Cruz.
A la Cruz de Cristo, es decir,
a la nuestra propia de cada día
Vemos muchos Cristos, pero no miramos al Crucificado.
¿Y si dedicáramos toda nuestra vida
a mirar al Crucificado? No bastaría aún....
Vemos muchas imágenes, pero no miramos a la Real Presencia de Cristo (ya no imagen, mucho más que imagen) en el Sagrario.
¿Imágenes más valoradas que la Eucaristía?
Imposible....
Vemos mucha gente, pero no los miramos como un prójimo, un próximo.
Mi prójimo, mi próximo, es el que está a mi lado,
el que me pisa el pie, el que me molesta...
Y a éste es a quien tengo que amar.
Vemos muchos hermanos, pero no miramos al Padre.
Si somos hermanos,
es porque tenemos un Padre común.
Que no se olvide.
Vemos muchas iglesias y templos, pero no miramos a la Iglesia de Cristo.
Exponer imágenes religiosas al público
a espaldas de la Iglesia de Cristo.
¿qué? ¿cómo?
Vemos mucha belleza, pero no miramos a la Belleza de Dios.
Y Dios es el culmen de la Belleza en la Simplicidad.
Vemos mucha apariencia, pero no miramos al SER.
Todo esto es efímero,
pero el SER no pasa nunca.
Oimos muchas palabras dichas, pero no escuchamos a la Palabra.
Oimos con los oidos;
escuchamos con el corazón.
Comemos mucho, pero no nos alimentamos de Dios.
¿La Misa? ¿La Eucaristía?
Si te reúnes con tu familia para comer,
¿por qué no reunirte con la Iglesia
para celebrar la Resurrección de Cristo?
Si te reúnes con tu familia para comer,
¿por qué no reunirte con la Iglesia
para celebrar la Resurrección de Cristo?
¿Nos habremos enterado de algo?
¿Qué pasará si no miramos, escuchamos, nos alimentamos? ¿No estaremos abocados a la muerte en la fe?
¡¡Qué contrasentido!!: si el final de la Semana Santa es la Vida plena.
¿Y si no nos hemos enterado de nada?
La Semana Santa, la semana que cambió al mundo: ¿y a nosotros?