El Padrenuestro es la oración por excelencia, enseñada por el propio Jesús a la Iglesia (Mt 6, 9-13; Lc 11, 1-4), por lo que goza de un especial aprecio entre todos los fieles.
Con las palabras del Padrenuestro, Jesús mismo nos enseña cómo hemos de dirigirnos al Padre Eterno.
Ya en los primeros tiempos de la vida de la Iglesia, en el texto de la Didajé (siglo I-II) ya se establece la costumbre del cristiano de dirigirse al Padre tres veces al día con la oración del Maestro.
En el siglo IV se incorpora de manera regular a la celebración de la Eucaristía, y es San Gregorio Magno el que la coloca en el lugar en el que ha permanecido hasta nuestros días, justamente tras la Plegaria Eucarística, como preparación para la comunión.
La antigua costumbre de rezar tres veces al día el Padrenuestro se mantiene hoy en la celebración litúrgica de la Iglesia, pues se recita en la celebración de la Misa, y en las horas mayores del Oficio Divino, en Laudes y Vísperas.
Los fieles laicos, que no estamos obligados al rezo del Oficio Divino, haremos bien en incorporar esta inveterada costumbre a nuestra vida para santificar de manera especial las horas del día a Dios, nuestro Padre.
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El Santo Rosario
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