"...Por donde con mucha razon se dice que así como las cuerdas de la vihuela no están para hacer sonido hasta que estén muy curadas y enjutas de toda aquella natural humedad y flojedad que sacan del vientre del animal y aun despues desto han de estar muy bien torcidas y estiradas, así tampoco está hábil para la música de la oracion el cuerpo regalado y harto de vino y de diversos manjares; ha de estar pues enjuto y descargado de todo este peso y macerado con la virtud de la abstinencia para este negocio.
Y especialmente conviene que el varón devoto tenga muy poca cuenta con las cenas si quiere ser cigarra de la noche o trabajar que sean tan livianas o al tiempo que no impidan este ejercicio.
Pues de todas estas cosas nasce la guerra de pensamientos que nos fatigan en la oración porque las imágenes de aquellas cosas que entraron por los sentidos se nos ponen delante y nos impiden la vista de las cosas de Dios y lo que peor es no ya como imágenes sino como simientes que paren y producen de sí otras muchas imágenes y figuras que allí nos perturban.
Por donde muchas veces acaesce cuando quiere el hombre recogerse gastarse una hora y a veces más en templar esta vihuela que es en quietar y templar el corazón para que nos sirva en la oración..."
Fray Luis de Granada, "De la oración y consideración", parte III.
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