sábado, 11 de agosto de 2012

¿Qué es el Denzinger?


El Denzinger es la denominación común por el que conocemos la obra denominada "Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum" (Compendio de las definiciones de los símbolos y de las declaraciones de las materias de fe y costumbres) conocida modernamente en español como "El Magisterio de la Iglesia".

Fue publicado por primera vez en 1854 por Heinrich Denzinger dedicando su primera edición a S.S. Pío IX.

Contiene los documentos más importantes del magisterio eclesiástico, incluyendo definiciones papales, documentos de concilios ecuménicos (y locales) y otros documentos de relevancia en la Historia de la Iglesia.

Es una fuente de conocimiento de primera mano que nos permite acercarnos a todos estos textos de manera compendiada y sucinta. De todos los textos se aporta su versión en la lengua original (latín, principalmente) y su traducción al español.

Actualmente lo edita Herder  y va por su 38ª edición alemana (de la que la española es traducción), al menos en la que tengo en mi poder. En esta edición se incluyen documentos hasta S.S. Juan Pablo II.

La obra consta de las siguientes partes:

PREFACIOS
- Prefacio a las últimas ediciones.
- Indicaciones para el uso teológico del Denzinger.
- Indicaciones para la lectura.

PRIMERA PARTE. Confesiones de fe.
- Confesiones de fe de la Iglesia Antigua.

SEGUNDA PARTE. Magisterio eclesiástico.
- Documentos papales y conciliares desde Clemente I Romano hasta Juan Pablo II (1995), por orden cronológico.

ÍNDICES
- Índice sistemático: índice de materias interesantísimo para poder acceder a todas las referencias que aparecen en la obra relativas a alguna materia de la fe y las costumbres.
- Índice de referencias bíblicas.
- Índice de documentos.
- Índice analítico.

El uso del Denzinger debe realizarse con las debidas cautelas para no interpretar que todo lo que contiene dicha obra tiene el mismo valor doctrinal. Para su uso resulta imprescindible la lectura previa de las indicaciones para su uso teológico.

jueves, 9 de agosto de 2012

Las "flechas en la aljaba", de un vistazo

El Salmo 127 nos dice:

"como flechas en la mano de un guerrero
son los hijos de la juventud...
Feliz el hombre que llena con ellos su aljaba
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza".

La lucha nos está asegurada en la fe:


¿Empezaste a servir a Dios?
Pues allí mismo encontrarás la guerra.
San Agustín

Todos necesitamos recursos espirituales para cualquier momento de nuestra vida, en especial cuando el combate espiritual se recrudece.


Como parte de nuestro crecimiento en la fe, tenemos que guardar estas "flechas espirituales" que debemos reservar para nuestra personal lucha contra el mal. 

Aquí dejo una relación de flechas publicadas para su mejor localización.

Flecha I: ¿por qué las flechas en la aljaba? Sin su compasión, no somos nada.

Flecha II: La voluntad de Dios. si quieres tener paz espiritual, ten a mano esta flecha, hazla tuya permanentemente, haz que Dios tome el control de tu vida.

Flecha III: Amar en las pequeñas cosas.

Flecha IV: Jesús está en el sagrario... siempre.

Flecha V: ¿Cristo sin cruz? No es posible.

Flecha VI: Las palabras más dulces de Jesús.

Flecha VII: No olvides las cosas buenas.

Flecha VIII: La caridad es razonable, la caridad es amor.

Flecha IX: ¿Cualquier cosa?... fallarle a Jesús, no.

Flecha X: La vida es dura; ser honestos, también.

Flecha XI: Jesús, nuestro descanso.

Flecha XII: ¿Con qué cruz tengo que cargar?

Flecha XIII: Tu tiempo se te ha dado a tí; aprovéchalo.

Flecha XIV: Un instructor para la obtención del carnet de conducir nos aconseja sobre la fe.

Flecha XV: Cuida tus pensamientos... ellos te llevarán a la salvación o a la condenación.

Flecha XVI: ¿Cuáles son los principios de mi hogar?

Flecha XVII: Mi conciencia es sólo mía.

Flecha XVIII: ¿Qué espera Cristo de mí?

Flecha XIX: Duc in altum

Flecha XX: la argucia principal del demonio

Flecha XXI: Fe y confianza

Otros enlaces:
Si yo fuera capaz de comprender
¿A qué se parece el amor?
¿Tiene sentido el sacrificio, la penitencia?
El ayuno un gesto de amor
Índice de artículos bíblicos
La "perra" buena voluntad
El otero de Dios
Cristo, la oportunidad de nuestras vidas

Las flechas en la aljaba (XVIII): ¿Qué espera Cristo de mí?

Cristo no espera de mí que sea un gran líder al estilo humano... 
Él pudo serlo y no lo fue.


Tampoco espera que cambie las estructuras sociales y políticas de mi entorno... 
Él pudo hacerlo y no lo hizo.


El Señor no espera de mí que le cambie la mente y el corazón a mi prójimo... 
si Él lo hubiera hecho, no habría acabado crucificado.


Él no quiere que me imponga a los demás... 
Él no lo hizo.


Cristo no espera de mí grandes empresas...
Él lo que hizo fue predicar.

Él no espera que yo acabe con el mal en el mundo...
Él sabe que no puedo.

Jesús no me enseña a nada de eso. 

Jesús me pide que me cambie a mí mismo para AMAR, 
que me ponga en el camino para AMAR cada vez más perfectamente,
que convierta mi vida en un camino siempre ascendente hacia Él que es el AMOR

Y ese es el gran reto. 


Porque el día que yo me cambie a mí mismo, habré cambiado el mundo. 
Y eso SÍ me lo pide Jesús.


Enlaces relacionados:
¿Qué son las flechas en la aljaba?
El verdadero tesoro de la Iglesia
¿Para qué sacrificarnos?
Las palabras más consoladoras de Jesús
Video: El Salmo 24

martes, 7 de agosto de 2012

Video que no debe perderse ningún protestante


La Iglesia Católica es el medio seguro para conocer que estamos unidos a Cristo.

Toda carretera, todo camino tiene una amplia calzada por la que circulamos que nos lleva a nuestro destino con seguridad.

Pero hay quienes quieren aventurarse por otros caminos, atajos que prometen beneficios para el viajero, caminos alternativos a los que nos lleva el espíritu de aventura de todo ser humano, pero que nos conducen a contrariedades sin fin, a dificultades y oscuridades, a peligros graves, sin la certeza de llegar a nuestro destino íntegramente.

Otros, sin apartarse del camino principal, se empeñan en experimentar el borde de la calzada, donde comienza la cuneta, el terreno pedregoso y difícil; de ese modo, el camino de la calzada lisa se convierte en problemático, las piedras saltan y se proyectan contra todos. Con su boca proclaman su fidelidad, pero sus actos les empujan fuera del rumbo correcto . Quienes se empeñan en esta solución terminan por creerse "más papistas que el Papa" y miran a los que circulan por el centro de la calzada con aire de superioridad y gallardía, sin darse cuenta de que son ellos los que poco a poco se están colocando lejos de la seguridad del camino correcto. 

Estos no son tan distintos de los que han experimentado caminos secundarios alternativos, porque muchos de los que probaron algún atajo que les condujo fuera de la seguridad de la senda marcada, comenzaron por ceñirse a la cuneta más de lo debido y terminaron por derivar perdiendo el rumbo.

La Iglesia Católica es el camino seguro, el centro de la calzada que nos lleva a Dios, que nos lleva hasta el final de nuestros días. Nadie promete que el camino no sea largo, dificultoso, lleno de penalidades, con muchas cuestas y estrecheces. Pero tenemos la certeza de que es el camino correcto

No sientas la tentación de probar otras calles, otras avenidas, otras carreteras, porque no tienes la seguridad de dónde te han de conducir.

No juegues a la aventura con tu salvación. Tu felicidad plena y la de los tuyos está en juego. ¿Te arriesgarías a perderlo todo por emprender el camino equivocado?

lunes, 6 de agosto de 2012

Un principio ético para todos los pueblos


No hay patria sin virtud,
ni virtud con impiedad.


1º tomo de las cartas a Elpidio, P. Félix Varela (1788-1853)

En esta obra de contenido moral escrita pensada en su Cuba natal, el P. Félix Varela establece este principio que puede ser de aplicación perfectamente a cualquier moral social de cualquier otro pueblo.

Para establecer el fundamento de una patria es necesaria la virtud, que es una disposición adquirida en la vida por el aprendizaje moral. Pero él en su exposición no se ciñe a la ley natural como norma universal aceptada por todos por la que expontáneamente podemos conocer el bien y el mal. El P. Varela alude a una moral de orden superior, basada en los principios cristianos.

Y de ese mismo modo, como presupuesto para la virtud necesitamos de la piedad, es decir, de la inclinación del ánimo que nos hace sabernos hijos de Dios y hermanos del resto de los seres humanos. La piedad, como don del Espíritu Santo, nos coloca en la perfecta senda para la construcción de la patria.

Ésta se fundamenta, por tanto, en la piedad de los ciudadanos que ha afianzado la conciencia moral del pueblo. De este modo, la existencia de la patria como ente social se establece a partir de unos principios que tienen fundamento en la conciencia religiosa cristiana de sus miembros.

Podríamos hacer un pequeño ejercicio de análisis de nuestras sociedades y buscar en los hechos la constatación de estos aforismos. No nos va a costar mucho esfuerzo encontrar ejemplos de pueblos que a través de la degradación moral, han terminado por sucumbir a su propia esencia patria. La deriva moral nos llevará inevitablemente al precipicio, sin remedio.

Y visto de otro modo, no encontraremos el camino de verdadera construcción nacional como no sea a través de unos principios religiosos sólidamente afianzados. 

Enlaces relacionados: