sábado, 16 de marzo de 2013

La historia de un Ford-T y la Sábana Santa de Turín


No hace mucho tiempo, un coleccionista privado dio a conocer una noticia: era el orgulloso propietario de un Ford-T. Hasta aquí la noticia tampoco tenía mayor trascendencia, pues se conservan muchos ejemplares de aquel coche pionero. Pero la noticia traía alguna sorpresa: aquel Ford-T podía haber pertenecido al mismo Henry Ford.

Aquello ya era otra cosa. El Ford-T de Henry Ford no era un coche cualquiera, por lo que la expectación estaba asegurada.

Los medios de comunicación, siempre atentos a cualquier motivo de noticia, airearon la información, aunque también se encargaron de sembrar la duda de si verdaderamente aquél coche pudo haber pertenecido al fundador de la Ford Motor Company.

¿Por qué había permanecido oculto tanto tiempo? ¿No sería una falsificación (bien o malintencionada)? La duda sembrada, se divulga rápidamente y lo que era una noticia gozosa, se convierte en la persecución de la demostración de que aquel coche pudo haber pertenecido a Henry Ford.

El principal argumento esgrimido por el coleccionista privado (del que no conocemos su nombre) era una foto en la que se veía ese mismo coche junto a Henry Ford y una firma (autógrafa del protagonista) que afirmaba que aquel coche era suyo.

El argumento era sólido, pero había que demostrar que el coche de la fotografía era el mismo que aquel que tenían ante los ojos. Muchos detalles pequeños corroboraban ampliamente la identidad de la foto y la realidad, pero aquello no bastaba.

Para seguir el procedimiento correcto, lo primero era demostrar que el coche era un Ford-T original. Se compararon las piezas del coche, incluso las más recónditas y menos importantes, con los planos y despieces que se conservan de aquel modelo, así como con otros coche inequívocamente originales y todo concuerda. La tapicería se corresponde con el tipo usado a principios del siglo XX y todos los materiales se correspondían con la tecnología de aquella época.

Incluso, usaron tecnología recentísima por la que mediante un pequeño aparato portátil y mediante rayos-X es posible determinar la composición metálica de cualquier pieza, dándonos incluso las proporciones de su aleación. Hecha esta prueba a distintos equipamientos del coche, incluso la composición y la pureza de los materiales concuerda con lo utilizado en la tecnología de primeros de siglo XX.

El camino estaba allanado para el sentido común. Aquel coche era un Ford-T original y la fotografía demostraba que era muy posible que hubiera pertenecido a Henry Ford.

Pero a un erudito quisquilloso, se le ocurrió una nueva prueba: verificar la pintura del parachoques del coche para ver si era la misma composición de la usada en el modelo primitivo. El coleccionista, en un ánimo de transparencia y búsqueda de la verdad, no puso reparos a la prueba.

Se tomaron muestras se analizaron, y cuál no fue la sorpresa cuando se demostró que aquella pintura tenía que ser posterior a los años 90 del siglo XX. No correspondía al modelo original y, por tanto, la autenticidad del coche quedó completamente rebatida.

"Oiga, pero si hemos hecho muchísimas pruebas y todas han verificado la procedencia auténtica del coche, porque haya una prueba contradictoria ¿todas las demás quedan invalidadas?".

Los medios de comunicación divulgaron la noticia: "El Ford-T de Henry Ford es falso". Con el regusto propio del que sabe que ha pillado a un mentiroso, la noticia se divulgó por todos los medios de prensa con inusitada velocidad. La prensa había cumplido, una vez más, su labor de defensora de la verdad y la integridad.

La verdad real, no la publicada, era que este Ford-T había estado en contacto con otros coches de la colección privada de este magnate y había sido contaminado por la pintura de otros coches más modernos. La prueba de la pintura no había corroborado la autenticidad del coche, simplemente porque estaba viciada de origen, nada más.

Pero la autenticidad del coche ya había sido desacreditada, que era de lo que se trataba. 

Esparce agua por el suelo y ahora intenta recogerla toda, verás como no puedes.

(Hasta aquí es todo una mera historia de ficción, aunque la tecnología de rayos-X que analiza la composición de los materiales sí que existe y es real.).

La Sábana Santa de Turín ha sido analizada desde múltiples disciplinas por equipos de científicos agnósticos que no han podido hacer otra cosa que corroborar lo que la historia y la Iglesia conoce: que ese lienzo PUDO haber envuelto el cuerpo de Jesús, pues todas las pistas apuntan a la época, lugar, circunstancias y hechos imposibles de explicar por la ciencia que rodearon la vida, muerte y Resurrección de Jesús.

La Iglesia ni afirma ni niega la autenticidad de la Sábana Santa de Turín. Pero el sentido común nos dice que si el parachoques tiene una pintura que no le corresponde, será un problema del parachoques, no de la autenticidad del coche.

Mi fe no depende de si la Sábana Santa sea auténtica o no. Creo que hay muchísimas pruebas de su origen contemporáneo de Jesús y lo que vemos en ella con técnicas modernas nos habla de un hombre terriblemente lacerado cuya expresión no deja de ser cautivadora.

El rostro de la Santa Síndone, ¿es la faz de un hombre que experimenta la Resurrección? Mírala e intenta responder a esta pregunta.



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¿Qué representa una imagen para mí?


jueves, 14 de marzo de 2013

Francisco I, nuestro nuevo padre y pastor


Tenemos nuevo Papa, habemus papam.

Francisco I.

Los papas pasan, pero la Iglesia de Cristo permanece por los siglos. Ayer vimos cómo la Iglesia perdura porque es obra de Él que vive eternamente.

266 papas nos unen a Cristo, y esta vez será un papa procedente del continente americano.

Cristo llega hasta los confines del mundo, y la Iglesia se hace presente en todo lugar y tiempo.

Recemos por él, como hizo ayer con nosotros.

Cuántas personas rezaron ayer, aunque fuera en el fondo de su corazón, el Padre Nuestro después de muchos años sin hacerlo.

Ayer, muy buena parte del mundo, dijo "Padre Nuestro" todos a la vez, bajo un mismo padre y pastor. Que él nos guíe con su mano firme.

¡¡Viva Francisco I!!

lunes, 11 de marzo de 2013

Carpe diem

Algo sabemos cierto en nuestra vida, y es que habremos de morir. Muchas personas, ante esta certeza, el primer principio que se les viene a la cabeza es: "carpe diem" (aprovecha el día, disfruta del tiempo).

No importan los días que nos queden de vida, debemos de llenar nuestros estómagos y satisfacer todos nuestros placeres porque esta es la manera en la que llenaremos de sentido nuestras vidas.

Somos una especie de tren cuyas vías terminan en un precipicio y que no podemos detener, por lo que sabemos que caeremos por él tarde o temprano. Por lo tanto, debemos disfrutar de todo lo que el tren nos ofrece antes de que llegue ese momento, aunque eso nos lleve a una autodestrucción.

Sin embargo, Jesús nos ofrece una alternativa. Esta vida es apreciable, es digna, tenemos que vivirla y disfrutarla pero sin olvidar que la parte más importante y principal de toda ella se desenvolverá una vez traspasemos ese umbral.

A este lado del umbral somos aprendices del amor; a aquél lado seremos maestros en el amor, según hayamos aprovechado o no nuestro aprendizaje.

Jesús nos dice: "carpe diem, sí, ... pero para amar".

Llenar el estómago, emborracharse, drogarse, enviciarse en todos los placeres te lleva a un carpe-diem de autoaniquilación añadida al final natural.

Pero muchos se olvidan que nuestro ser no se caracteriza por tener un estómago, sino por tener un corazón. No somos "estómago", pero sí somos "amor".

¿Por qué decimos que el amor reside o se asocia al corazón, si este órgano no es más que un músculo? ¿Por qué no asociamos el amor con el bíceps o el cuádriceps?

Porque sin el corazón, no podemos vivir, de igual manera que sin amor no podemos existir.

El amor es la esencia de nuestras vidas, porque provenimos de la esencia del amor que es Dios y Él nos ha hecho partícipes de su esencia y naturaleza de esta manera.


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¿Qué hacer con los hijos cuando los padres se separan?
El otero de Dios
El retrato de nuestra alma

Una tabla de consuelo y salvación

Muchos nos acosan: el pecado, el mal, la persecución, la tentación, el desánimo, el dolor, pero el Señor ha sembrado mediante su Palabra verdaderas tablas de salvación que nos ayudan en nuestro peregrinar.

- Venid a mi los que estais cansados y agobiados que Yo os aliviaré (Mt 11, 28).

"Venid a mí..."
¿vamos a Él o nos alejamos de Él?

- Carguen mi yugo porque soy paciente y humilde de corazón (Mt 11, 29).


- Mi yugo es llevadero y mi carga ligera (Mt 11, 30).

Jesús no ha venido a cargarnos,
sino a aliviarnos.

- Pertrechémonos con las armas de la luz (Rm 13, 12-14)

La LUZ tiene sus armas.
No nos avergoncemos de la lucha contra el mal.
A lo mejor es que simplemente hemos renunciado a luchar.

- ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? (Palabras dichas por la Virgen a San Juan Diego, 1531)

Ante la muerte inminente de su tío Bernardino,
Juan Diego corre a buscar a un sacerdote y
rodea el Tepeyac para no encontrarse con la Señora
que sabe que lo espera.
Pero ella sale a su encuentro...
Huye de la Virgen cuando ella puede socorrerlo... 
¿y nosotros, también rodeamos el Tepeyac
para no encontrarnos con Dios cuando Él nos pide algo?
¿Huimos de Él para "encontrar" la solución de nuestros problemas?

- No hago lo que quiero y hago lo que no quiero (Rm 7, 19)

El gran San Pablo confiesa que mete la pata.
Igual que yo mismo.

- ... os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite (Lc 11, 5-8)
Jesús habla de un amigo que le pide a otro
tres panes para dar de comer a un invitado.
Jesús nos dice: "sed importunos con Dios".
Nada más y nada menos.

- ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez,  le dará una serpiente en lugar de un pez? (Lc 11, 11-12).
¿Somos conscientes de que Dios nos dará
lo que le pidamos, si es para nuestro bien?
Pero para pedir, tenemos que tener necesidad
de Dios, no ser autosuficientes. 
El que se basta a sí mismo, no pide.
¿Necesitamos a Dios de verdad o lo utilizamos
en nuestro favor, cuando nos conviene? 

- Te basta mi gracia (2 Co 12, 7-9).

No esperes grandes signos.
Muchísimos  santos no tuvieron 
ningún signo especial en toda su vida.
Su gracia lo puede todo en tí.
Déjala actuar.

- ... como impostores que dicen la verdad, desconocidos siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres pero que enriquecen a muchos, como necesitados pero poseyéndolo todo. (2 Co 6, 8-10).

Quién al tú decir la verdad,
no te han tomado alguna vez por impostor.
Quiénes te han ignorado al saber de tu fe,
aunque fueras conocido de sobra.
Quiénes te han dado como moribundo para el mundo
cuando vives la vida de Cristo.
... consuélate que ya San Pablo pasó por todo esto.

- ...atribulados en todo, más no aplastados; apurados, más no desesperados; perseguidos pero no abandonados; derribados, más no aniquilados. (2 Co 4, 8-9).

Jesús está siempre en el extremo de todos tus problemas
para ser la mano que te salva.
Más allá de cualquiera de nuestros males
está el poder de Jesús en tu vida.

- Mira que estoy a la puerta y llamo; si me abres, entraré y cenaremos juntos (Ap 3, 20).

¡¡Qué infinita paciencia la de Jesús!!
¡Él nos espera a nosotros!
Los reyes no esperan; los súbditos sí.
Aquí el Rey es Él.
... y todo, por cenar contigo y conmigo.

- Dios es la brisa de la cueva de Elías (1 Re 19, 8-13).
¿No estaremos dejando pasar a Dios 
de nuestras vidas porque lo esperamos
como trueno en lugar de como brisa?
¿como "servicio técnico 24 horas" de nuestros problemas
en lugar de nuestro amigo y Señor?

- El Señor es mi pastor, NADA me falta (Salmo 23).
... ¿ nada ?...
¡¡Nada, pero nada!!
Aprende este salmo de memoria, 
que te acompañe en la oración.

- La parábola del hijo pródigo (o también del hijo derrochador) (Lc 15, 11-33).
Si tuviéramos que elegir una sola enseñanza
de Jesús, yo me quedaría con ésta.
La mejor narración de la Historia Universal 
consagrada a narrar la misericordia de Dios.
 
- Antes morir que fallarle a Jesús (en la persecución cristera de México, 1926-1929).
¿Y antes morir que pecar?

- El Señor abre puertas que nadie puede cerrar, cierra puertas que nadie puede abrir (Ap 3, 7).

El Señor puede cambiar toda tu vida. 
Déjalo hacer.

- En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraiso. (Lc 23, 43)
El mejor consuelo para el pecador arrepentido.

- Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

En la Eucaristía, junto a mí, en lo más hondo de mi alma,
en medio de dos o más que estemos reunidos en su nombre,
como amigo en el que reclinar la cabeza en el día de la partida.