miércoles, 7 de diciembre de 2011

La Tradición como fuente de la Revelación

La Iglesia dice desde sus comienzos que las fuentes de la Revelación para nosotros son la Sagrada Escritura y la Tradición. Es decir, lo que conocemos de Dios lo hemos recibido a través de estos dos medios.


La Sagrada Escritura es el conjunto de libros del Antiguo Testamento (que la Iglesia recibió) y los del Nuevo Testamento (que nacieron en el seno de la propia Iglesia).


Para la definición de lo que es Tradición acudimos al Catecismo de la Iglesia:


n. 76 La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras:
- oralmente: "los apóstoles con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó".
- por escrito: "los mismos apóstoles y los varones apostólicos pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo".


n.78 Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada Tradición en cuanto distinta de la sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella...


Es decir, por Tradición, entendida como fuente de la divina Revelación, entendemos todo aquello que la Iglesia recibió de los Apóstoles oralmente, basado en las enseñanzas que ellos habían recibido directamente del Maestro, y sólo esto.


La palabra Tradición procede del latín traditio, lo que se entrega.


Seguimos al Catecismo:


n. 83 La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los Apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Antiguo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradición viva.


Y el Catecismo recalca en el mismo número 83:


Es preciso distinguir de ellas las 'tradiciones' teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.


Por tanto, Tradición sólo es la enseñanza oral recibida de los Apóstoles. Si la misa ha de celebrarse según un rito u otro, no es Tradición. Si el sacerdote debe vestir de una manera u otra, no es Tradición. 


Todo eso son tradiciones insertas en la Historia, y por ello, mudables según la prudente opinión del Magisterio de la Iglesia.


Muchas personas confunden estos conceptos y piensan que una determinada forma de vestir o actuar debe ser mantenida porque forma parte de la "Tradición de la Iglesia", pero no es completamente cierto eso.


Enlaces relacionados:
Catecismo de la Iglesia