sábado, 20 de agosto de 2011

Pensamientos (XXXIX): Beato Juan Pablo II el Grande



Sed humildes ante el Todopoderoso. 
Mantened el sentido del misterio, porque entre Dios y nosotros permanece siempre el infinito. 
Recordad que ante Dios y Su revelación no se trata tanto de comprender con nuestra razón limitada, 
sino más bien de amar.


Beato Juan Pablo II, Desde el corazón.


Enlaces relacionados:
Beato Juan Pablo II: La Eucaristía
La Adoración Eucarística Perpetua
El amor, centro del matrimonio cristiano

viernes, 19 de agosto de 2011

Firmes en la fe

En estos días hermosos que estamos viviendo de la JMJ 2011, con su Santidad el Papa ya entre nosotros me gustaría reflexionar sobre su significado tan importante. 
Vivimos tiempos difíciles para los cristianos, se nos acosa , se nos insulta, se nos persigue en muchos lugares del mundo por seguir a Aquél que es el camino, la verdad y la vida.
Por eso que importante es ver  a tantos jóvenes que no tienen miedo de confesar su fe, de declararse abiertamente católicos, que llevan en sí la verdadera alegría, la de los hijos de Dios. 
Ellos son nuestro futuro y nuestra esperanza. 
Ellos son la muestra de que un mundo mejor es posible, de que aún hay mucha gente que está dispuesta a trabajar por traer el reino de los cielos a esta Tierra tan maltrecha.
Las palabras de San Pablo que nos hablan de mantenernos "Firmes en la fe" cobran hoy un sentido especial:

Por lo demás buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. 
Poneos las armas de Dios, para afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra los hombres de carne y hueso sino contra  las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire.
Por eso tomad las armas de Dios....
Estad firmes; 
ceñíd la cintura con la verdad y revestid la coraza de la justicia, calzad los pies con  prontitud para el evangelio de la paz. 
Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas  incendiarias del maligno. 
Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. 
Siempre en oración y súplica; orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia y suplicando por todos los santos.
Efesios 6,10-18

jueves, 18 de agosto de 2011

miércoles, 17 de agosto de 2011

Citas Bíblicas que deberíamos leer los católicos (V)

De Jesús conocemos por los evangelios y por el testimonio de muchos que lo vieron y lo escucharon, como la Iglesia católica afirma.  Y ¿cómo sabemos hoy esto? Hoy traigo a esta sección un texto que nos aporta luz en este sentido:


Conclusión del evangelio de Juan (Jn 21, 25)

Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.


El propio evangelista es consciente que sobre Jesús hemos conocido muchas más cosas que las que relatan los evangelios. Y lo expresa de esa forma tan peculiarmente exagerada propia del que ama sin límites.


Enlaces relacionados:
Por qué el evangelio es creíble
Para saber sobre el evangelio de San Mateo
Los manuscritos de Qumrán

domingo, 14 de agosto de 2011

El pecado imperdonable

Los evangelios nos hablan de que los pecados podrán ser perdonados, excepto uno. El Catecismo de la Iglesia Católica viene a aclararnos, con su habitual precisión y certeza, cuál es este pecado:


1864 “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.


Por lo tanto, el pecado imperdonable es el que ofende al Espíritu Santo de tal manera que hace que el pecador no reconozca el poder de Dios para perdonar


En definitiva, no será perdonado quien no quiera recibir el perdón de Dios, quien levante una barrera ante sí mismo de manera que no permita que Dios se le acerque. El Catecismo finaliza con la expresión: "... semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final ...", lo que deja abierta la posibilidad última de salvación del pecador a la misericordia de Dios, que nos conoce hasta en nuestras más íntimas mociones y pensamientos para discernir perfectamente un último hálito de arrepentimiento.


Nuestra obligación sigue siendo la de rezar por todos los que han levantado este muro en sus vidas, porque aunque a nuestra imperfecta percepción, podamos creer que son personas perdidas para Dios, es Él el Creador de todos y el Padre de todos. Que por la misericordia de Dios, no caigamos nunca tampoco nosotros en este camino sin final.


Enlaces relacionados:
La Virgen María, la nueva Eva
La salvación de otros depende también de nosotros
Sustancia, hipóstasis y relación en la Trinidad
Catecismo de la Iglesia (en español)