sábado, 14 de febrero de 2009

Originalidad del Dios bíblico

El concepto fundamental de toda la Biblia que define la relación entre Dios y los hombres es el de Alianza.

Los dioses de otros pueblos (egipcios, asirios, babilonios, griegos, romanos) no tenían un carácter personal, eran más figuras decorativas que dioses a los que interpelar y sentirse interpelados por ellos. Sus fieles se sitúan en una posición de subordinación absoluta respecto a ellos. Dios está arriba y el hombre está abajo; no hay interpretación ni alternativa posible. El hombre debe cumplir con los ritos establecidos para evitar caer en la maldición divina. Esos dioses no conocen la misericordia. Comparten su poder con otros dioses, por lo que no son omnipotentes; la figura de un dios limitado es el fiel reflejo de que sus fieles no los ven como verdaderamente dioses.

A diferencia de esos otros dioses contemporáneos al de Israel, el Dios Bíblico al manifestarse a los hombres desde el primer momento (vocación de Abraham: "Sal de tu pueblo y de la casa de tu padre que yo te daré una tierra donde mana leche y miel") quiere definir su relación con los hombres como una Alianza, es decir, en un término que a mi juicio define mejor el sentido de dicha palabra, un Pacto (en hebreo, la palabra berit designa un contrato, un pacto entre amigos, una alianza entre naciones, etc.).

Antes de analizar las características de la Alianza Bíblica, es importante, a mi juicio, detenernos a reflexionar en las características de este modo de relación:

a) Pacto, relación entre iguales: un pacto se celebra siempre entre dos iguales. Un rey y un vasallo no celebran un pacto para establecer sus relaciones personales a no ser que el rey sea condescendiente y generoso. El rey impondrá su ley o su voluntad y el siervo obedecerá o sufrirá el castigo previsto. Sin embargo, un rey sí puede celebrar un pacto con otro rey y, del mismo modo, un vasallo podrá celebrar un pacto con otro vasallo.

b) Pacto, implica un reconocimiento del carácter personal del otro: no se celebra un pacto entre una persona y una cosa: el pacto siempre se celebrará entre dos personas. Incluso cuando, modernamente, celebramos pactos o contratos entre una persona y una entidad (un contrato laboral o una cuenta corriente en un Banco), esa entidad ha debido recibir previamente una forma societaria con una personalidad jurídica.

c) Pacto, implica un reconocimiento de la libertad y voluntad soberana entre las partes: no cabría en nuestra cabeza que celebráramos un contrato con una persona disminuida en su capacidad de obrar ni que obligáramos por la fuerza a alguien a hacer lo que no quiere hacer. Un pacto implica siempre libertad propia y respeto a la voluntad ajena.

Dios, a la hora de configurar su relación con los hombres, lo hace mediante una Alianza. Además esta Alianza se configura de un modo especial a lo largo de la historia bíblica del pueblo de Israel según las escuelas que transmitieron los distintos textos:

Así tenemos:

1) Dios establece una Alianza unilateral con el hombre (escuela sacerdotal); hay tres ejemplos: la alianza con Noé de carácter universal (el arco iris); la alianza con Abrahám (circuncisión); la alianza con Moisés (el sábado). En todos estos casos, el hombre acepta la alianza como una promesa de Dios.

2) Dios establece una Alianza bilateral con el hombre (escuela deuteronomista); Dios se compromete libremente con el hombre y el hombre acepta libremente ese compromiso. La fórmula típica de este pacto es: "vosotros sois mi pueblo, yo soy vuestro Dios". Es la alianza sinaítica (Ex 19 y 24). La caracteristica principal de la actitud del hombre debe ser la fidelidad; Dios no admite otros dioses.

3) Dios establece una Nueva Alianza con el hombre en Jesús; ante el fracaso de la Alianza sinaítica pues el pueblo ha sido infiel en múltiples ocasiones, en el pueblo comienza a reinar el pensamiento de una Nueva Alianza mesiánica (Jr 31, 31-34; 33, 14-22). La Nueva Alianza vendrá de la mano de un Mesías que salvará definitivamente al pueblo de sus pecados pues cargará con ellos. Para nosotros, éste es Jesús. Dios ha quedado impregnado de la naturaleza humana por su Resurrección y el hombre ha sido bañado del Espíritu Divino.

Ya no cabe una Alianza más próxima que, no obstante, respeta siempre la libertad humana.

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