jueves, 7 de mayo de 2009
Pensamientos (XXIII): Cardenal Newman
Casi a mediados de Junio de 1839, empecé a estudiar y a especializarme en la historia de los monofisitas... Vi mi rostro en ese espejo, y yo era un monofisita.
La iglesia de la Vía Media estaba en la posición de la comunión Oriental, Roma estaba donde siempre ha estado; y los protestantes eran los euticianos.
La Iglesia entonces, como ahora, debe ser llamada rotunda y decidida, resuelta, autoritaria e implacable; y los herejes eran hipócritas, variables, reservados y mentirosos, incluso cortejándole al poder, y nunca llegando a un acuerdo entre ellos.
En el verano de 1841... el problema retornó a mi. El fantasma vino por segunda vez. En la historia de los arrianos encontré el mismo fenómeno, de una forma más clara, la cual encontré en la de los monofisitas... Y vi claramente, que en la historia del arrianismo, los arrianos puros eran los protestantes, los semiarrianos eran los anglicanos, y Roma ahora era la que era.
Por dos años estuve en un estado de duda muy seria... Había sido confundido grandemente una vez; ¿cómo podría estar seguro de que no iba a ser confundido una segunda vez?
Me propuse escribir un ensayo sobre el desarrollo doctrinal; y entonces, al final de él, mis convicciones a favor de la Iglesia de Roma no eran débiles, para hacerme a la idea de buscar la admisión en su redil… Antes de terminarlo resolví ser admitido.
Desde que me convertí al catolicismo... yo no sentí más ansiedad de corazón en cualquier forma. Yo ya me encontraba en perfecta paz y conciencia. Yo no volví a tener más dudas. Fue como volver a puerto después de una tormentosa travesía por el mar; y mi felicidad permanece desde ese día hasta hoy sin interrupción.
El Cardenal John Henry Newman narra su propia conversión.
Apología pro vita sua, 1864.
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San Alfonso María de Ligorio: Las obras de Dios
Oración del más rico de los hombres
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