A sus muchos años de edad y la labor pastoral desarrollada en diversas tareas y últimamente al frente de la Iglesia de Cristo, se unen los acontecimientos últimos que ha tenido que vivir.
Hoy lleva sobre sus hombros la cruz de la soledad íntima, la desconfianza en los que le rodean, en definitiva, de la traición.
El único Juez de las intenciones de los que lo hacen sufrir será Cristo, pues Él lo conoce todo.
Hoy nosotros podemos actuar para acompañarle en este camino del calvario. Seamos hoy sus cirineos y carguemos con él esta cruz pues él necesita nuestras oraciones, las oraciones de toda la Iglesia que le acompaña.
Siempre con Pedro
Acompañemos al Santo Padre en la oración, y cultivando la fidelidad a la Iglesia.
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