martes, 30 de junio de 2009

Pensamientos (XXXV): San Francisco de Sales


Como el amor sólo mora en la paz, cuidad de conservar la santa tranquilidad de corazón que os recomiendo con tanta frecuencia.

Todos los pensamientos que nos causan inquietud y agitación del alma no son en absoluto de Dios, que es el Príncipe de la Paz. Son tentaciones del enemigo y, por consiguiente, hay que rechazarlas y no tomarlas en cuenta.


Sobre todo, es preciso vivir pacíficamente. Aunque nos llegue el dolor, interior o exterior, debemos recibirlo pacíficamente. Si nos llega la alegría, es preciso recibirla pacíficamente sin estremecernos de gozo. ¿Hay que huir del mal? Hay que hacerlo pacíficamente, sin preocuparnos, porque, de otro modo, al huir podríamos caer y proporcionar al enemigo el placer de matarnos. Hay que hacer el bien, hay que hacerlo pacíficamente, pues afanándonos, cometeríamos numerosas faltas.


Hay que vivir pacíficamente incluso la mortificación.


San Francisco de Sales, carta a la abadesa de Puy d'Orbe.



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