domingo, 24 de mayo de 2009

La gebirá en el Nuevo Testamento: La Virgen María


(Viene de este otro artículo)

Las características de la gebirá, la reina madre del Antiguo Testamento, las veremos reflejadas en la Virgen María tal y cómo el Nuevo Testamento nos la presenta:

- Lc 1, 27: Para establecer el rango que ha de tomar Jesús ante los hombres, el relato evangélico, al igual que en el Antiguo Testamento, se nombra a su padre, José, "de la línea de David", y a su madre por su nombre, María, al igual que hemos visto en los libros de los Reyes del AT. Jesús es, por tanto, Hijo de Dios por su naturaleza divina y descendiente de David según su naturaleza humana recibida de la Virgen María, como esposa de San José.

- Lc 1, 28: "Alégrate, llena de gracia". S.S. Juan Pablo en la Encíclica Redemptoris Mater n. 9 nos dice: "El saludo y el nombre 'llena de gracia' ... en el contexto del anuncio del ángel, se refieren ante todo a la elección de María como Madre del Hijo de Dios". Por tanto, la atribución a la Virgen María de su maternidad sobre el rey aparece desde las primeras palabras del ángel como elegida desde toda la eternidada por el Padre para esta misión.

- Lc 1, 32-33: El ángel dice a María: "Heredará el trono de David, su padre, que no tendrá fin". Por lo tanto, Jesús es Rey según la dinastía davídica (Mt 1, 1-17; Lc 3, 23-38), y además ejerce un reinado perpetuo; la Virgen María desempeñará el papel de Reina Madre en ese reinado eterno que, por tanto, trascenderá este mundo terrenal. Cristo es Rey en su vida mortal y en su regreso al Padre, al igual que lo será su madre.

- Hch 2, 29-31: Pedro, en su discurso, vincula a Jesús con la dinastía davídica.

- Mt 2, 11: Los magos, al entrar a la presencia de Jesús, ven "al niño con su madre, y echándose por tierra le rindieron homenaje".

Por todo ello, podemos ver los rasgos de la gebirá presentes en la Virgen María para describirnos cuál habrá de ser su papel en el Reino de Dios.

Desde el mismo anuncio del ángel, a ella se le comunica que será madre del sucesor de David, es decir, la madre del Rey. Por tanto, a ella le cabe la misión de interceder ante Él al modo de Betsabé: ocupando un alto rango, a la derecha del trono, para rogar por los favores de sus hijos, pero sin interferir en la autoridad real.

En este papel la vemos perfectamente en las bodas de Caná, en la que al saber la necesidad de los novios, toma la iniciativa para interceder por ellos ante Jesús. Ella acude a Él porque sabe que su hijo puede resolver el problema de aquella celebración, porque tiene autoridad sobre las cosas para que todo le obedezca. Con esa confianza, se dirige a los sirvientes: "Haced lo que Él os diga", declinando su papel de intercesora en quien verdaderamente reside el actor de la gracia, en Jesús, el Hijo de Dios.

La Iglesia, desde los primeros tiempos, lo ha interpretado así, colocándole en sus sienes la corona de Reina de toda la Creación, tal y como la veneramos en el Santo Rosario. Y también la veneramos como intercesora y colaboradora de la dispensación de las gracias cuyo único autor y Mediador ante el Padre es Cristo (Catecismo, n. 970).

En la Virgen María se lleva a plenitud el papel de aquella reina madre del AT, de aquella gebirá, en la que se cumple ser la madre del Rey, el Mesías, y su fiel sierva: la gebirá mesiánica.

(Dedicado a la memoria del inolvidable P. Antonio García del Moral, O.P., que me introdujo en el conocimiento de la Virgen María como gebirá).

Enlaces relacionados:
La gebirá en el Antiguo Testamento (22-mayo-2009)

sábado, 23 de mayo de 2009

Pensamientos: Santa Ángela de la Cruz


(De los hijos de la humildad)

Pues bien, el conocimiento propio es el primero que nos ayuda a practicarla. Cuando en la presencia de Dios nos estudiamos y vemos que somos nada, que nada tenemos ni podemos, ni en lo espiritual ni en lo material, que de Dios hemos recibido innumerables beneficios y que no hemos correspondido más que con infidelidades y pecados, entonces nos reducimos a la nada, nos llenamos de confusión y vergüenza y estamos dispuestas para todo. Y se acaban las pretensiones, el deseo de ser alabada, porque en el fondo de nuestra alma no resuena otra voz que para Dios la alabanza, la honra y gloria, y para mí el oprobio y confusión.


Y no podemos por menos que amar la humillación y con este amor aprovechamos todas la ocasiones de practicarla. Aunque el amor propio nos traiga que tenemos razón, no le damos oído, lo rechazamos con prontitud no resintiéndonos por nada; no nos justificamos ni nos volvemos contra nuestras Hermanas porque en alguna cosa nos rebajen o mortifiquen, sino que nos alegramos en Dios por tener esas pequeñas ocasiones de poder imitarle. Y si alguna vez como miserables desmentimos faltando a alguna de estas cosas, enseguida nos reconocemos, nos humillamos más y más delante de Dios y de nuestras Hermanas.

¡Ay, qué hermosa es esta virtud! Con este amor a la humillación sólo, nos santificaríamos, si lo practicáramos siempre: siendo la última, escogiendo el último lugar, sin meternos en nada, sin dar nuestro parecer y alegrándonos que ni nos lo pidan. ¡Qué dichosas seríamos!... pero, en fin, empecemos para gloria de Dios.

Santa Ángela de la Cruz, Fundadora de la Compañía de las Hermanas de la Cruz.
Carta de Año a sus Hermanas, 25-diciembre-1895.


viernes, 22 de mayo de 2009

La gebirá en el Antiguo Testamento


La gebirá es un título o nombre usado en el Antiguo Testamento al que vamos a acercarnos para descubrir el papel de la Virgen María en la Historia de la Salvación que nos ha traído Cristo. Reflexionaremos sobre ella desde este aspecto mariológico.

La palabra hebrea gebir en el Antiguo Testamento significa 'Señor' o 'Maestro'. Es usada en Gn 27, 29.37 en el relato de la bendición de Isaac a su hijo Jacob. En dicho relato se usa la palabra gebir por dos veces para nombrarlo Señor y dueño de la bendición, en lugar de su hermano Esaú.

La palabra gebirá se utiliza para designar a la 'mujer que gobierna', siendo traducido en muchas Biblias como la reina madre, dado que se utiliza para designar a la que era la madre del rey y no a la esposa del rey.

Así en múltiples relatos se usa en este sentido:

- 1 Re 15, 13: "Incluso a su abuela materna Maacá le quitó el título de reina madre (gebirá)".
- 2 Re 10, 13: "Somos parientes de Ocozías y vamos a saludar a los hijos del rey y a los de la reina madre (gebirá)".
- 2 Cro 15, 16: "El rey Asá le quitó el título de reina madre (gebirá) a su madre, Maacá...".
- Jer 13, 18: "Dí al rey y a la reina madre (gebirá): sentaos en el suelo, porque se os ha caído de la cabeza la corona real".
- Jer 29, 2: "Fue después de marcharse el rey Jeconías con la reina madre (gebirá) y los eunucos y dignatarios de Judá y Jerusalén...".

Sólo en un caso es usaba la palabra gebirá para designar a la esposa del rey, y es en el caso de la esposa del Faraón: "Hadad se ganó completamente el favor del faraón que lo casó con su cuñada, la hermana de la reina (gebirá) Tafnes" (1 Re 11, 19), para indicarnos esta particularidad frente a la de otras naciones.

La gebirá desempeñaba un papel importante en la monarquía davídica según nos lo narra el relato de 1 Re 2, 13ss. En este fragmento se nos cuenta cómo Adonías, hermano de Salomón, pide la intercesión de Betsabé (su madre) ante el rey para que se le concediera el permiso para casarse con Abisag, la sunamita. La madre del rey aparece aquí con las siguientes características:

- es requerida por el hermano del rey para que interceda por él (v. 16).
- el rey le reconoce un rango muy especial mediante tres gestos: se inclina ante ella, la sienta a su derecha y ella es la que comienza a hablar en el siguiente diálogo, es decir, toma la iniciativa (lo normal es que lo hiciera el rey) (v. 19).
- todos estos rasgos podrían pensar en que ella comparte el trono con su hijo, pero su intervención revela que no es así: pide un favor a su hijo intercediendo por Adonías. No da instrucciones ni ejerce un poder efectivo, sino que pide una gracia a pesar de su rango (v. 20).
- la actitud del rey es de completa escucha a la petición de su madre: "Madre, pide, no te lo negaré" (v. 20). Aunque más adelante, el rey no cumple con la petición sino que manda matar a Adonías (v. 25).

La gebirá, la reina madre, se configura con arreglo a estas características como la que tiene el poder que lo ejerce para interceder sin interferir con el mando de su hijo, el rey. Otros relatos nos confirman estas conclusiones:

- 1 Re 15, 13: El rey Asá destituye a la reina Maacá pues ella había excedido sus poderes.
- 2 Re 11, 1: A la muerte de su hijo Ocozías, Atalía mandó matar a sus nietos para no perder el poder.
- Junto al nombre de muchos reyes de la dinastía davídica siempre aparece el nombre de su padre, del que recibe el rango real, junto al de su madre: 1 Re 14, 21; 15, 2; 22, 42; 2 Re 8, 26; 12, 2; 14, 2; 15, 2.33; 18, 2; 21, 1.19; 22, 1; 23, 31.36; 24, 8.18. En 1 Re 15, 9 no se nombra a la madre del rey Asá, pero se nombra a su abuela que es la que desempeña el papel de reina madre.
- Jer 13, 18: Ambos, el rey la reina madre (gebirá), tienen corona real.
- Heb 1, 8-9 citando a Sal 45, 9: La reina se sienta a la derecha del rey.

Enlaces relacionados:
La gebirá en el Nuevo Testamento (La Virgen María) (24-mayo-2009)

jueves, 21 de mayo de 2009

Pensamientos (XXVI): Fray Juan de Bonilla


La experiencia os demostrará que la paz, que inundará vuestra alma con la caridad, el amor a Dios y al prójimo, es el camino recto hacia la vida eterna.

Cuidad de no dejar que vuestro corazón se turbe, se entristezca, se conmueva o se mezcle con lo que podría causarle inquietud. Trabajad siempre por mantenerlo tranquilo, pues el Señor dice: "Bienaventurados los pacíficos". Hacedlo y el Señor edificará en vuestra alma la ciudad de la paz y hará de vosotros la Mansión de delicias.


Lo que desea de vuestra parte es únicamente que siempre que os turbéis recuperéis vuestra calma, vuestra paz en vosotros mismos, en vuestras obras, en vuestros pensamientos y en vuestros movimientos sin excepción.


Lo mismo que una ciudad no se construye en un día, no penséis alcanzar en un día esa paz, ese sosiego interior, pues se trata de edificar una morada para Dios y convertiros en su templo. Y el que tiene que construir es el mismo Dios: sin Él, vuestro trabajo sería inexistente.


Considerad por otra parte, que este edificio tiene como fundamento la humildad.


Fray Juan de Bonilla, Breve tratado donde se declara cuán necesaria sea la paz del alma, 1580.