sábado, 20 de julio de 2019

Audios del P. Royo Marín. La Santidad Cristiana. Nº 1A - 2B

Dentro de la ingente labor pedagógica que llevó en su vida el P. Antonio Royo Marín podemos disfrutar hoy en día de sus pujantes charlas gracias a la iniciativa de conventos de religiosas que tuvieron el cuidado de grabar en cinta de casette sus intervenciones para volverlas a escuchar con posterioridad. Gracias a interet podemos seguir hoy en día sus magníficas intervenciones escuchandolas de sus propios labios.

Mi intención con la elaboración de esta guía de audición es la de acercar a los interesados en seguir las charlas del P. Royo al contenido de cada audio en particular, de manera que pueden usarse para anticipar el contenido del audio seleccionado para ser oido, o para recordar en qué audio dijo el Padre tal o cual doctrina. No debe pensarse que esta guía es un sustituto de la audición de las charlas. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los audios tienen una duración de unos 45 minutos.

Los archivos correspondientes a las grabaciones pueden descargarse de varias fuentes de internet. Yo facilito ésta: https://formacioncatolicahoy.org/98-royo-marin.html

En esta guía en concreto recojo los audios comprendidos en la sección "La Santidad Cristiana". Concretamente aquéllos numerados como 1a hasta 2b.

Audio: LA SANTIDAD CRISTIANA. Nº 1a

Hablar de Santidad es lo mismo que hablar de Perfección Cristiana.

Título posible de esta charla: En qué consiste la Perfección Cristiana.

Primero nos fijamos en la palabra PERFECCIÓN: proviene del verbo latino perficere, que significa hacer hasta el fin, acabar una cosa, completarla.

El único ser perfecto es Dios, ni siquiera la Virgen ha alcanzado un grado máximo de perfección.

Perfectos totales no seremos nunca, ni en el cielo, puesto que somos criaturas y no podemos alcanzar el nivel de completitud de Dios.

Santo Tomás habla, sin embargo, de perfección diciendo que cada uno será perfecto en tanto alcanza su propio fin, es decir, el fin para que el fue creado por la voluntad antecedente de Dios.

Por tanto tenemos que averiguar cuál es el fin de la existencia humana, y vemos que hay dos fines, o dos maneras distintas de ver el mismo fin:

1) El fin último y absoluto del hombre es dar gloria a Dios.

La gloria se define como la clara notitia cum laude. Hay dos tipos de gloria:

1.a) La gloria intrínseca de Dios.

Es la gloria que brota de su intimidad trinitaria, la que se dan las divinas personas mutuamente. No puede aumentar ni disminuir por ningún acto de las criaturas, pues no necesita nada de ellas. Así toda la creación fuéramos santos o fuéramos demonios, la gloria intrínseca no cambia un solo ápice ni para aumentar ni para disminuir. Tenemos que alegrarnos de que Dios sea tan perfecto que no podamos añadirle nada con nuestros actos o con nuestro amor. Este gozo es el colmo de la Perfección Cristiana.

1.b) La gloria extrínseca de Dios. 

Es la que recibe de las criaturas. Por esta gloria que Dios quiere que le demos, somos nosotros los que nos enriquecemos, sin que Dios pierda nada por ello. Dios se encuentra feliz haciéndonos felices. Dios quiere que nos santifiquemos porque es nuestro bien, no el suyo. La gloria extrínseca brota del Amor de Dios y el amor tiende siempre a expansionarse y por ello Dios nos comunica su Amor para que nosotros se lo devolvamos con la gloria extrínseca que nos pide. Con esto Dios no demuestra egoísmo, sino supremo amor. Dios no obra por necesidad, sino por bondad.

En las Sagradas Escrituras encontramos diversos testimonios sobre la necesidad de glorificar a Dios: Is 48, 11; Ap 1, 8; 1 Co 10, 31; Ef 1, 4-5.

La misma Encarnación y Redención no tienen otro fin que la gloria de Dios. Así llegaremos hasta el cielo donde Dios será todo en todos (1 Co 15, 28) (Dios será lo más importante, y no tanto la familia u otros amores del mundo).

La propia salvación está condicionada a la glorificación de Dios. Nacimos para dar gloria a Dios y mediante eso, salvar nuestra alma. La propia salvación no es un fin último para el hombre.

Lo más importante es buscar de día y de noche la gloria de Dios en todo lo que hacemos (1 Co 10, 31). Tener una intención virtual diaria de hacerlo todo a gloria de Dios e irla actualizando y rectificando en cada momento del día en todo lo que hacemos.

En la mística, en la cumbre de la unión transformativa (en las 7ª moradas) el fiel ve que lo más importante es la gloria de Dios. No es necesario rezar (poner en palabras) todo esto, sino que brote de un corazón enamorado por Dios.

San Juan de la Cruz: escribe en lo alto del Monte que es la cumbre de la búsqueda de Dios: “Sólo mora en este monte la honra y gloria de Dios”.

2) El fin próximo y relativo de la vida cristiana es la propia santificación (Ef 1, 4-5)

La santificación comienza en germen en el bautismo. El llamamiento a la Perfección Cristiana es universal (todos están llamados a la santidad) aunque sea de un modo remoto, pues cada uno estará llamado a un grado de santidad distinto. Dado que como desconocemos cuál es el grado de santidad que Dios espera de nosotros, tenemos que continuar nuestros esfuerzos en la PC a lo largo de toda nuestra vida.

Varios modos similares de describir qué es la santidad:
- Vivir de una manera más plena la inhabitación trinitaria.
- Transformar nuestras vidas en orden a asemejarnos más a Cristo, nuestra cristificación.
- Trabajar por la perfección de la caridad.
- Aspirar a una perfecta conformidad de la voluntad humana con la divina. Amar el propio grado de predestinación a la santidad, sin desear un grado mayor, pues esa es la voluntad de Dios.

(El P. Royo habla de Santa Teresita, la muerte, sus propias tentaciones contra la fe, los distintos grados de predestinación; el demonio es muy teólogo y no hay que discutir con él; tener la obsesión de buscar la gloria de Dios).

Dado que como acabamos de ver, una manera de describir la santidad es la perfección de la caridad, en estas charlas en esta ocasión vamos a tratar de profundizar en este modo de alcanzar la santidad.

-- La santidad como perfección de la caridad --

Santo Tomás: caridad es amistad entre Dios y el hombre. Dios está en nosotros de dos formas: 1) como Padre por la gracia y 2) como Amigo por la caridad.

La caridad supone necesariamente la gracia. Donde no hay gracia (el alma en pecado mortal) no hay caridad. Y allá donde no hubiera caridad, no hay gracia. Sin embargo, con las otras virtudes teologales (fe y esperanza) no ocurre así. En el alma en pecado mortal continúa habiendo una fe (informe, no alimentada por la caridad) que nos mantiene en la creencia en Dios para poder volver a Él mediante el arrepentimiento. Y también se mantiene una esperanza (informe, no alimentada por la caridad) de poder alcanzar el gozo de Dios a través del arrepentimiento.

Aunque las tres virtudes (fe, esperanza y caridad) son teologales, vemos que no se comportan igual en el alma en pecado mortal. Y esto es así porque la fe y la esperanza son medios para alcanzar a Dios, mientras la caridad persigue la unión misma con Dios.

La criatura por la gracia y la caridad se convierte en hijo de Dios.

La caridad se infunde en el alma por el Bautismo o por la Penitencia.

Definición de caridad:
Es una virtud teologal (tiene como objeto a Dios) infundida por Él en la voluntad por la que amamos a Dios por sí mismo sobre todas las cosas, y a nosotros y al prójimo por Dios.

Objeto material de la caridad:
Primariamente es Dios, secundariamente nosotros y el prójimo. También indirectamente con el resto de las criaturas.

Objeto fundamental de la caridad:
Es la bondad de Dios en sí misma considerada, la esencia divina, los atributos divinos y las tres divinas personas. Amar a Dios por habernos creado no es propiamente caridad, por ejemplo, puesto que lo amamos porque hemos recibido algo.

La caridad como virtud:
Es una virtud sobrenatural que se infunde en el alma por el Bautismo, y que Dios infunde en la medida y grado que le place.

El grado de gloria que tendremos en el cielo es el mismo grado de gracia (de caridad) que tenemos en la tierra.

La caridad es virtud Única (no tres virtudes):
Las virtudes se especifican por el objeto sobre el que recaen. Si el objeto de la caridad es Dios mismo, nosotros o el prójimo, podríamos pensar que hubiera tres virtudes distintas.








Audio: LA SANTIDAD CRISTIANA. Nº 1b

Sin embargo, Santo Tomás aclara que la caridad es Una en especie átoma (sin división).

Y esto es así, porque la caridad tiene un único objeto (no tres): Dios en sí mismo es el único objeto de la caridad. A nosotros nos amamos por Dios y al prójimo lo amamos por Dios. Todo hay que referirlo a Dios, si no, no es caridad. El amor a los demás que no vaya referido a Dios, es un amor meramente natural que no es pecado, pero que no es caridad. Muchos amores humanos (no pecaminosos) son falsificados, interesados, que buscan la complacencia humana, que buscan una afabilidad del prójimo; nada de eso es caridad.

Por ello se dice que para ejercitar el amor al prójimo por caridad es preferible hacerlo con personas que nos sean antipáticas, puesto que no habrá ninguna simpatía humana que nos lleve a ese amor.

El premio esencial de la gloria que consigue la caridad es ORO.

Por ello es necesario rectificar constantemente la intención a lo largo de nuestra vida para amarnos a nosotros mismos y al prójimo siempre por Dios.

La caridad es una virtud estrictamente sobrenatural. O se ama por Dios, o no es caridad.

En el cielo Dios será todo en todos. La gran descripción de la caridad está en 1 Co 13.

Al amor natural podemos llamarlo filantropía, incluso egoísmo (te amo por lo que voy a recibir de ti) y es una moneda falsa en el cielo. El amor a la familia casi nunca es sobrenatural. Tal amor no es pecaminoso, pero no contribuye a la santificación.

La caridad perfecciona al resto de las virtudes que están muy por debajo de ella.

Cualquier virtud practicada = PLATA
La misma virtud guiada e infundida por la caridad = PLATA + ORO

La caridad es la virtud que más nos une con Dios. Si nos fijamos en la fe vemos que por la fe achicamos a Dios pues lo acercamos a nuestros pobres entendimientos. Por la caridad descansamos nuestra voluntad en Dios. Por otro lado, la esperanza nos promete lo que vamos a recibir en el cielo, mientras que la caridad nos permite gozar ya aquí en la tierra del amor de Dios.

1ª proposición: La Perfección Cristiana consiste en la perfección de la caridad. 

La Perfección Cristiana no consiste únicamente de la caridad (oro) sino que la plata de la práctica del resto de las virtudes también cuenta.

Mt 22, 36-40: El primer mandamiento es Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y al prójimo como a ti mismo.
1 Cor 13, 13: ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande es la caridad.

La perfección de un ser consiste en cumplir su propio fin. La caridad es el último fin del hombre que nos une a Dios. La fe y la esperanza nos unen a Dios no como fin, sino como principio.

La caridad es inseparable de la gracia, pero la fe y la esperanza no. Muy importante: el soporte y el presupuesto esencial para ejercicio y la interiorización de la caridad es la oración y la humildad.

El grado de gracia que tenemos es el mismo que el grado de caridad que hayamos alcanzado.

La visión beatífica que tengamos en el cielo dependerá exclusivamente de la caridad.

El P. Royo recuerda aquí en este punto el símil que utiliza para explicar el premio que recibe una misma acción (barrer) según con la intención con la que se haga. Ya lo expuso en otras charlas, pero lo recogemos aquí también por su didáctica. El presupuesto de hecho para los 6 casos que se exponen es el mismo: la superiora da una orden a una monja para que barra el suelo. Se producen 6 casos distintos con sus consecuencias que paso a recoger:

1) La monja se haya en pecado mortal: obre como obre, no merece ningún premio pues el pecado mortal priva de la gracia, y por tanto de la caridad, y de la capacidad de merecer.

2) La monja barre pero refunfuñando y protestando para sus adentros: si diera algún motivo de escándalo a sus hermanas puede llegar a pecar. Si no, puede ser que no pecara, pero su acción no tendría ningún mérito.

3) La monja barre para caerle bien a la superiora, para que no hablen mal de ella, por motivos meramente humanos: si existiera algún premio sería solo de CALDERILLA. Un premio muy poco valioso y en la práctica, sin valor.

4) La monja barre por amor a la virtud de la obediencia y siendo consciente de que lo tiene que hacer como una obligación suya: Practica la virtud de la obediencia y por tanto recibe el premio de PLATA.

5) La monja barre por practicar la virtud de la obediencia y además por amor a Dios, practicando la caridad: el premio que recibe es PLATA por la obediencia y ORO por la caridad.

6) La monja barre por obediencia, por amor a Dios y por impulso de los dones del Espíritu Santo: PLATA por la obediencia, ORO por la caridad y DIAMANTE por los dones del Espíritu Santo.

La Perfección Cristiana se irá incrementando a medida que la caridad produzca más intensamente su propio acto y cuando la caridad impere a las otras virtudes de manera más intensa, más actual y más universal.

El P. Royo recuerda el ensayo de 5 minutos de santidad al día que recomienda a toda alma que aspire a la Perfección Cristiana.  Dedicar 5 minutos a ejercer el amor a Dios por medio de actos o expresiones por las que vayamos interiorizando nuestro amor radical por Él.

Las intenciones que ponemos en nuestros actos se dividen en tres tipos:

a) habitual: es la intención que ponemos al hacer algo y que se entiende implícita en nuestro hacer: si queremos colaborar con una obra asistencial, la intención que ponemos es la de ayudar al prójimo, pero con que la hagamos al principio de nuestra actividad es suficiente.

b) virtual: es la intención que ponemos cuando comenzamos una actividad y permanece mientras no demos muestra de haberla cambiado: si nos ponemos en marcha hacia Madrid, nuestra intención de llegar allí permanece vigente salvo que demos la vuelta y regresemos a nuestro origen. Es la intención que ponemos al comenzar la jornada de hacer todo por amor a Dios. Indudablemente tiene valor y no debe dejar de practicarse.

c) actual: es la intención que pongo en la actividad que estoy desarrollando en este momento y mientras la estoy actuando. Es la más perfecta de las tres.

La Perfección Cristiana se identifica en primer lugar con el amor a Dios dirigido directamente a Él; y en segundo lugar con el amor a uno mismo y al prójimo.


Audio: LA SANTIDAD CRISTIANA. Nº 2a

O amamos al prójimo por Dios o no es Caridad, o nos amamos a nosotros mismos por Dios o no es Caridad. El motivo es siempre la bondad infinita de Dios.

Podemos amar mucho por simpatías humanas pero no saldremos del 4º plano (el de seres con inteligencia, sin llegar al 6º plano que es el de ser hijos de Dios e íntimamente unidos a Él).

No se puede aumentar el amor a Dios si no se aumenta igual el amor al prójimo.

En el amor hay un orden. Primariamente amar a Dios y secundariamente a nosotros y al prójimo.

Muy importante para entender por qué el amor a uno mismo en cierta medida está por delante del amor al prójimo: El bien espiritual propio es superior al bien espiritual ajeno. Pero el bien espiritual ajeno es superior al bien material propio.

La Perfección Cristiana consiste en la perfección de la caridad efectiva (como Marta) y afectiva (como María). Primariamente la afectiva y secundariamente la efectiva.

Por el ejercicio del amor afectivo nos complacemos en Dios.

Porque una cosa cueste más no es más meritoria; lo será si se ha puesto más amor. Lo que santifica es el amor, no el sacrificio.

Padre Aníbal Reyes, fundador de los Esclavos de la Eucaristía y de la Virgen María: tanto más tendremos de santos cuanto más nos crucifiquemos con Cristo. Lo demás, son palabras.

María está por encima de Marta, pero si Marta pone más amor, estará ella por encima de María.

Lo que vale es el amor.

2ª proposición : La perfección del amor divino se manifiesta mejor en la práctica de las virtudes cristianas.

Primeramente de las tres teologales (fe, esperanza y caridad) y del resto de las virtudes, que Santo Tomás clasifica hasta en 54.

Cada una de esas virtudes es como una tecla de un piano. Tenemos hasta 54 teclas que podemos tocar siempre con la ayuda de una gracia ordinaria, que siempre tenemos a nuestra disposición. Pero somos muy malos pianistas (tocamos pero con muchas dificultades y con muchos intereses humanos).

Dios sabe esto y nos puso en el alma en el bautismo un arpa con 7 cuerdas, que son los dones del Espíritu Santo. Esa arpa no la tocamos nosotros, sino sólo el Espíritu Santo.

De esas virtudes practicadas al modo humano pero acompañadas con la armonía del arpa del Espíritu Santo salen los actos heroicos de los santos.

Pero los dones no actúan directamente, sino que su acción recae sobre las virtudes, sobre las 54 teclas del piano. De ese modo, los dones perfeccionan las virtudes. Las virtudes que más necesitan de los dones para su interpretación más sublime son las teologales.

La caridad es la virtud que es modulada por el don de sabiduría.

La actuación predominante de los dones del Espíritu Santo caracteriza el estado místico (5ª – 7ª moradas de Santa Teresa). Por tanto, en las 4 primeras moradas, las virtudes actuarán movidas por nosotros de una manera más imperfecta, al modo humano.

La caridad puede crecer indefinidamente en el hombre viador. No hay límite infranqueable.

El único tope posible es el de la propia predestinación.

Santo Tomás: tres causas que impiden el crecimiento de la caridad:
a) Por culpa del agente que la produce (dado que es Dios, no hay límite por esta parte).
b) Por culpa de la propia caridad (infinita también).
c) Por culpa del sujeto receptor que ya no resiste más (pero el alma cuanto más avanza en la caridad, más se ensancha, por lo que hay no hay límite práctico).

La Perfección Cristiana no puede encontrar un límite en esta vida, salvo la voluntad antecedente de Dios, es decir, nuestra predestinación. Su voluntad es superior a la propia gloria de Dios, puesto que la voluntad es algo intrínseco a Dios (Su voluntad es Él mismo) mientras que la gloria es algo extrínseco que le tributan las criaturas.

3ª proposición: La Perfección Cristiana consiste esencialmente en los preceptos y secundariamente en los consejos.

Cuando Jesús es preguntado por el mandamiento mayor, responde que lo es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas; y al prójimo como a nosotros mismos. Con esto Jesús nos manda la perfección de vida a través del primer mandamiento.

Los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) contribuyen al crecimiento y mayor comodidad en el ejercicio de la caridad. Son instrumentos de ella. Pero cuando los consejos llegan a formalizarse pública y establemente se convierten en preceptos.


Audio: LA SANTIDAD CRISTIANA. Nº 2b

4ª proposición: Todos los cristianos están obligados a aspirar a la Perfección Cristiana.

Esta afirmación se deduce del 1º Mandamiento: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.

San Pablo: Dios nos ha elegido en Cristo.
San Pedro: Sed santos porque Yo soy santo.
Apocalipsis: que nadie se considere tan perfecto que no pueda serlo más.

+ La práctica de lo más perfecto: no se debe ocurrir nunca a nadie hacer voto de ejecutar siempre lo más perfecto. Santa Teresa lo hizo y le pesó.
La vida cristiana debe ser tal que se tienda a lo más perfecto, dando lugar a no ahogarse.

+ Si se hace algo bueno, pero menos bueno que otra acción posible, cual es la consecuencia, ¿hay pecado o no? Si se presenta una cosa mejor, pero por pereza no se hace, se comete un pecado venial de caridad o de negligencia para consigo mismo por la falta de pereza.
Y dándose cuenta, porque si no hay advertencia, no puede haber pecado.

Otros dicen que hay imperfección, que consiste precisamente en hacer un acto bueno pero menos bueno o menos perfecto que otro que podría hacerse. Ambos actos, el ejecutado y el posible, están en la línea del bien, por lo que no habría pecado.

Imperfección no es un pecado venial, puesto que el pecado está en la línea del mal.

Estamos obligados a practicar lo más perfecto, y de ello, la imperfección puede llevar aparejada un pecado venial por las disposiciones particulares del sujeto.

No hay que confundir lo menos bueno en sí con lo que es malo en sí.

No debe entenderse que las imperfecciones están autorizadas. En la práctica es difícil saber dónde comienza el pecado venial y dónde termina la imperfección.

Hay obligación de evitar la imperfección precisamente por los pecados veniales que puede llevar aparejados.

Varias consideraciones sobre esto:
+ No hacer voto de lo más perfecto. Tender a lo más perfecto, pero sin voto.
+ Las imperfecciones pueden paralizar la vida espiritual por los pecados veniales que lleva aparejados. Imperfección puede ser lo contrario de un acto más intenso de caridad, y por tanto puede dificultar el aumento de la visión beatífica.

San Juan de la Cruz: da igual que un pajarillo esté atado por un hilillo o una gruesa maroma. No volará hasta que no la rompa.

5ª proposición: Grados de la Perfección Cristiana.

En el desarrollo de la caridad hay tres grados:

1) Incipiente, que se corresponde con la vía purgativa. Es una caridad comenzada.
    La primera intención en este grado es luchar contra el pecado mortal.

2) Proficiente, que se corresponde con la vía iluminativa. Es una caridad aumentada.
    Se trata de adelantar en el bien, procurando que la caridad aumente y se aferre en el alma. Se trabaja por la exclusión del pecado mortal y venial.

3) Perfecta, que se corresponde con la vía unitiva. Es una caridad perfecta.
    Unirse íntimamente a Dios y gozar con Él. El deseo de la muerte es propio de este estado.

Aquí se pretende luchar además contra las imperfecciones voluntarias.

Estos tres grados no son departamentos estancos. A veces un alma en el grado 1 recibe chispazos de visión del grado 3. Y a veces un alma en el grado 3 se queda muy seca como en el grado 1, por ejemplo.

6ª proposición: Si la Perfección Cristiana es posible en esta vida.

A simple vista, parece que no.

Por parte del que ama no es posible la máxima tensión del amor permanentemente en esta vida. El grado de Perfección Cristiana de cada alma depende exclusivamente de la voluntad de Dios según la predestinación de cada uno.

1 Cor 12

La diversa predestinación de todos los fieles es necesaria para mantener una armonía en el conjunto, aunque nosotros no lo veamos. Para que un piano suene melodioso es necesario que tenga muchas teclas que están ordenadas a la armonía total del instrumento.

Es como si Dios hubiera contemplado toda la Creación unida a Cristo formando el Cristo-Total y así hubiera atribuido diversos dones en orden o pensando en este cuerpo que es Cristo.


Otros enlaces:
Guía sobre la Teología de la Perfección Cristiana, 1A-4B
Guía sobre la Teología de la Perfección Cristiana, 5A-9B
Pensamientos cristianos: Las flechas en la aljaba

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