Claro está, siempre que lo interpretemos a la luz del mandamiento de Cristo: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Esta es la clave de interpretación que no falla.
Cosas de las que no hay que avergonzarse (Eclo 42, 1-8)
Pero no te avergüences de lo siguiente,
ni peques por respeto humano:
de la Ley del Altísimo y de su Alianza,
del juicio que justifica a los impíos,
de arreglar cuentas con el compañero de viaje,
de compartir tu herencia con otros,
de usar balanzas y pesas exactas,
de obtener grandes o pequeñas ganancias,
de obtener beneficios en el comercio,
de corregir con rigor a los hijos,
de tundir los lomos a un mal siervo.
Donde hay mujer malvada bueno es usar la cerradura,
y donde hay muchas manos poner las cosas bajo llave.
Lo que dejes en depósito, cuéntalo y pésalo,
el haber y el debe, vaya todo por escrito.
No te avergüences de corregir al necio y al insensato,
ni al viejo decrépito que litiga como un joven.
Así serás verdaderamente educado
y apreciado por todos.
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