viernes, 1 de mayo de 2009

Sobre el camino de Emaús


El pasado día 15 de Abril, en la Catedral de San Patricio, tomó posesión de la archidiócesis de Nueva York el Excmo. y Rvdmo. Sr. Timothy M. Dolan.

En la homilía de la Misa inaugural de su pontificado proclamó, en inglés y en español, la necesidad de reafirmar la doctrina católica recibida, sin cambios ni alteraciones, así como relató una anécdota que le sucedió en una de sus visitas a Tierra Santa.

La visita a los Santos Lugares había sido extensa y detallada. Una vez terminada, él se dirige al guía que le acompaña como echando algo en falta y le dice que su ilusión sería conocer la población de Emaús, pues le gustaría recrear el camino en el que Jesús se aparece a aquellos discípulos que se nos narra en el evangelio.

El guía, un poco desilusionado, le contesta que no puede satisfacer su petición, pues no conocemos dónde estaba Emaús o a qué población actual se corresponde el Emaús bíblico.

El arzobispo queda un poco perplejo de que esa población, que debía estar cerca de Jerusalén, haya desaparecido de la Historia y sólo permanezca su recuerdo a través del relato evangélico.

Sin embargo, esto le hizo reflexionar y sacar una conclusión: ¿y si la voluntad del Señor ha sido la de que Emaús desaparezca de nuestro conocimiento para que cada cristiano recree en su vida ese camino de Emaús de los discípulos? ¿No será, acaso, la Iglesia la encargada de hacer de su historia un permanente camino de Emaús en el que Jesús nos acompaña, veladamente, sin manifestarse a nuestros sentidos, pero enseñándonos la Escritura, haciendo de nuestro único compañero de camino, para desvelarse ante nuestros ojos al partir el pan?

La vida entera y particularmente la Misa serían, para nosotros, nuestro camino de Emaús del cristiano en el que vivimos la fe con la seguridad de que Él está con nosotros aunque no lo veamos, que nos enseña la Palabra de Dios aunque no lo oigamos y que se nos ofrece y nos desvela al alma en verdadera presencia en la Sagrada Eucaristía aunque nuestros sentidos nos engañen.

La Iglesia nos acoge en nuestro camino de Emaús, y Dios ha querido velar y ocultar la verdadera ubicación de aquel poblado, para enseñarnos que nuestro Emaús de cada día culmina con la Eucaristía, que es esa parusía, esa venida de Cristo a nosotros que se nos promete en el Apocalipsis y que se hace presencia real día a día en nuestra vida hasta que llegue a nosotros su definitiva presencia.

Emaús desapareció para que cada Misa sea nuestro Emaús. Bendito sea Dios. Gracias al Arzobispo Dolan por compartir su pequeña historia con nosotros.

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3 comentarios:

  1. Indudablemente se nos ofrece a los cristianos tanto el camino de Emaús,de reconocimiento del Maestro pero pasando al mismo tiempo por la Vía Dolorosa.
    No hay un camino sin el otro.
    Un abrazo.

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  2. gracias a dios eso fue muy ilustrativo siempre me a tocado mucho el tema de los de emaus

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  3. Que podamos reconocer al Señor en la Eucaristía como los discípulos reconocieron al Maestro al hablarles. Bendito sea.

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