Consagración de la humanidad para el día de
Cristo Rey por el Papa Pío XI
¡Dulcísimo
Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros
somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con
vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro
Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia,
jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han
desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y
atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo.
¡Oh Señor! Sed Rey, no
sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los
pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, que
no perezcan de hambre y miseria.
Sed Rey de aquellos que,
por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos;
devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se
forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Sed Rey de los que
permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos
atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.
Conceded, ¡oh Señor!,
incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la
tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no
resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud!
A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Las disposiciones requeridas son:
- ser católico bautizado, no excomulgado.
- hallarse en estado de gracia.
- haber confesado en fechas recientes (unos veinte días atrás o hasta dentro de unos veinte días).
- recibir hoy la Sagrada Comunión.
- rezar hoy una oración por las intenciones del Sumo Pontífice. Puede ser un Padreuestro y Avemaría.
Es necesario saber que:
- sólo se puede ganar una indulgencia plenaria al día.
- puede aplicarse por sí mismo o por los difuntos como sufregio. No puede aplicarse por otra persona viva.
Es muy recomendable encomendar las gracias inherentes a la indulgencia plenaria que se gana a la voluntad libérrima de la Santísima Virgen María para que ella la aplique al alma del purgatorio que más lo necesite.
Para más informacion, pinche aquí, donde encontrará también los enlaces a los documentos oficiales.
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