¡"Señor mío y Dios mío"! ¡Quiero corresponder a tu Amor inmenso y eterno; quiero amarte con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi espíritu, con todas mis fuerzas!
No quiero tener otra preocupación que la de corresponder al Amor que me tienes. No quiero saber nada más, ni pensar en nada más, ni trabajar, ni sufrir, ni vivir para nada mas que para tu Amor.
Quiero que toda mi ocupación, mi afán, todo mi vivir sea amarte; que nada me distraiga el pensamiento, ni me prive las acciones ni me perturbe los afectos.
Y, aunque me encuentre en tribulaciones, perseguido, humillado, en tentaciones y martirio, y hasta en la misma muerte, también te estimaré de corazón y te encontraré igualmente dulce y amable, providente y bondadoso.
Quiero recordar y meditar cada día tu Amor para poder corresponderte con todo mi saber, poder y querer.
Haz que te ame cada día más y aumente en tu amor hasta morir. Quiero tener mi voluntad totalmente unida a ti, Dios mío, tan perfectamente como sea posible y concédeme la gracia suprema de vivir y morir en unión de amor contigo, por la perseverancia de la gracia y por la práctica de la caridad abnegada al servicio de mis hermanos.
Tú me has amado eternamente y por salvarme, has venido al mundo, renunciando a todo y sufriéndolo todo con extrema humildad y dulce bondad. Te has hecho hombre, como cualquiera de nosotros, Sacramentado, hasta la consumación de los siglos.
Quiero corresponderte con la absoluta donación de mi mismo, total y perpetuamente, sin reserva alguna, y con todo el amor, gozo y dulzura de que es capaz mi corazón.
Confiando plenamente en Ti, mi Redentor, y con la vista baja por mi indignidad y miseria hasta que sienta confusión y vergüenza por mis pecados y por los del mundo, concédeme un sincero arrepentimiento de
corazón y lágrimas para purificarme.
Me dono y me consagro enteramente y por siempre a tu AMOR MISERICORDIOSO rogándote que esta mi voluntad y donación, domine mi espíritu en todos los momentos y circunstancias de la vida y a semblanza tuya, me haga siempre, con todo y con todos, imperturbablemente dócil y humilde de corazón.
Jesús, dulce y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Corazón de Jesús, confío en Ti.
Virgen María, Madre de Dios y madre mía, Asunta al Cielo en cuerpo y alma, Reina y Señora de Cielos y Tierra, Madre de la Iglesia : me consagro enteramente a ti, en cuerpo y alma, con todas mis potencias y sentidos, con todo lo que tengo y soy, con todo lo que puedo y espero para que me dones a tu Hijo divino y redentor mío, Jesucristo, al que portaste con tanto amor y abnegación, con tanta pureza y humildad.
Este es mi deseo; confío en que presentado y ofrecido por mediación tuya, El me acepte y me tome como suyo eternamente. Haz que yo le corresponda con todo amor y le pueda decir y repetir en la Eucaristía y siempre con verdad y sinceridad:
Dios, mi único bien, Tu eres todo por mi; que yo sea todo por Ti. Poséeme con la fuerza potente de tu Amor exclusivo, absorbente, transformante.
Conviérteme, revísteme y transfórmame en Jesucristo. Haz que viva siempre en la plenitud de la intimidad de tu Amor.
Amén, Dios mío, ¡estoy a punto y preparado para lo que tu quieras de mi!
Un Cartujo (anónimo)
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