lunes, 22 de abril de 2013

El arco y la flecha de la santidad

Hace muchos años que leí o me contaron esta historia. He investigado sobre su legitimidad, pero nada he hallado al respecto.

En cualquier caso su enseñanza siempre nos reconforta. Se non è vero, è ben trovato. Y tal y como me la transmitieron en su día, yo hoy la comparto con vosotros.

Cuando San Juan era ya muy mayor, se retiró a la isla de Patmos, que se halla enfrente de las costas de la península de Anatolia (hoy Turquía). Él fue el único de los apóstoles que no fue martirizado y alcanzó la ancianidad. En la cueva que aún se conserva es donde se cree que él tuvo las visiones que le inspiraron la composición del Apocalipsis, que a diferencia de lo que muchos interpretan, no es un libro que hable del fin del mundo, sino de la liturgia celestial y su relación con la liturgia humana.

Para sus discípulos y amigos aquel era un hombre muy especial: fue el único apóstol que acompañó a Jesús hasta el mismo Calvario, a él le fue encomendada la Virgen María por el mismo Cristo en su agonía y al final, escribió uno de los evangelios que consideramos inspirados por Dios, el más teológico y el más doctrinal y rico en contenido.

Aquel era un hombre excepcional, sin duda.

Vivía una vida retirada, inspirando con sus palabras y su vida a aquella joven iglesia naciente.

Un día, sus conocidos lo sorprendieron cuidando distraídamente de unos pájaros que se habían acercado hasta donde estaba él. Su afán era proveerles un poco de alimento, así como disfrutar de sus cantos y sus leves saltos y gorjeos. En aquel entretenimiento podía invertir bastante tiempo, lo que hizo que aquellos coetáneos suyos sintieran un poco de extrañeza.

No era el comportamiento habitual de un hombre de Dios. Viviendo todo lo que él había vivido, tenía que ser una persona menos distraida, más concentrada, más meditativa y reflexiva. Aquello era más propio de personas más frívolas y superficiales.

Cuando la extrañeza fue lo suficientemente grande entre los que lo frecuentaban, el menos inhibido de aquellos muchachos se atrevió a decirle a San Juan: "Maestro, ¿necesita de nuestra ayuda? Le vemos cuidando a esos pájaros y nos extraña".

San Juan, por la expresión del rostro de aquel discípulo, entendió la intención de reproche en sus palabras y tras un breve silencio, le dijo:

"Mira, ve a la casa de tu amigo el cazador, y me traes un arco y una flecha".

Ante aquella petición tan insólita, el joven no pudo reprimir su curiosidad y buscó lo que San Juan le había pedido, más que nada para ver en qué acababa todo aquello.

Cuando hubo regresado con aquellos dos instrumentos, San Juan le dijo: "Ya que sabes cazar, tensa el arco con la flecha".

El joven así lo hizo. Se aparejó el arco y la flecha y lo tensó.

San Juan le dijo: "aún no es suficiente, tienes que tensarlo más". El muchacho así lo hizo y aumentó la tensión en aquel arco. San Juan lo miró dubitativamente y le insistió: "Aún más".

El muchacho sentía que aquel arco ya no daba más de sí, sus brazos se cansaban y no podría tensarlo más. "Maestro, no puedo más; si lo tenso más se romperá el arco".

San Juan lo miró benevolente y le dijo: "es suficiente". Aquel joven entendió aquella lección sin palabras sobre la santidad.

Todos tenemos nuestras limitaciones pues no hemos recibido fuerzas ilimitadas. Estamos llamados a la santidad, pero nuestra condición es frágil y pecadora.

Imaginémonos una esfera suficientemente grande y a cada uno de nosotros colocado en el centro de esa esfera. Todas nuestras posibilidades y potencialidades, de virtud y de maldad, están dentro de la esfera, todo lo que podemos hacer y decir, los talentos recibidos, lo que está al alcance de nuestra mano.

Por otro lado, fuera de la esfera se halla lo que nos es imposible porque la naturaleza nos lo ha negado o porque la gracia de Dios no considera que sea lo conveniente para nosotros, simplemente porque no son talentos de los que nos han sido entregados.

Si consideramos la imagen de la esfera, la santidad a la que estamos llamados está dentro de la esfera. Para ser santos, Dios no nos pide cosas imposibles, sino cosas posibles para nosotros, aunque creamos hoy día que son muy difíciles de hacer.

Todo consiste en discernir entre "lo imposible" y "lo posible, aunque sea difícil". Ser santos no consiste en llevar todas nuestras potencialidades al límite, sino simplemente en amar como Jesús quiere de nosotros.

La santidad está al alcance de la mano de cada uno de nosotros, aunque muchas veces creamos que es algo propio de superhéroes. Sólo se trata de llegar al convencimiento de que podemos salvar nuestras perezas y comodidades y convertir el evangelio en nuestra norma de vida.

Es un error frecuente perder la paz interior por contemplar la santidad como algo tan inalcanzable que la vemos como irrealizable en nuestras vidas, como si Dios nos pidiera un imposible. Sin embargo, Dios nos pide gestos sencillos de amor, como decía la Beata Teresa de Calcuta, para que, a través de ellos, alcancemos la dicha de ser santos.

De la misma manera que todos hemos recibido distintos talentos, también tenemos cada uno un plan distinto de Dios para nuestra santidad, y nuestra labor es descubrir ese plan divino en nuestra vida cotidiana.

Dios no nos pide cosas absurdas ni irrealizables. Todo el evangelio es posible con la gracia de Dios.

Si creemos demasiado en nuestras propias fuerzas difícilmente asumiremos que Dios nos puede perdonar cuando flaqueemos y caigamos en la tentación.

Si creemos demasiado en nuestras propias fuerzas difícilmente perdonaremos a los que se acerquen a nosotros y nos hagan algún mal, porque pensaremos que todo el mundo ha de ser tan extraordinariamente sólidos como nosotros creemos ser. Y esto no es la santidad.

Ser santos implica confiar en Jesús, poner nuestras vidas en sus manos y dejar que Él nos modele.

Si vemos nuestra santidad como una tarea suave que nos lleva a la felicidad y no como una labor de titanes que llegue a tensar el arco de nuestra vida hasta el límite de la rotura, quizás nos decidamos a ser santos más pronto que tarde, siguiendo el ejemplo del discípulo amado.

Enlaces relacionados:
La perra buena voluntad
¿Juega el pecado algún papel en nuestras vidas?
El amor verdadero
El otero de Dios

sábado, 13 de abril de 2013

Un juicio en conciencia

Todos nos planteamos en algún momento de nuestra vida la toma de decisión sobre si algún acto concreto es concorde a la voluntad de Dios o no. ¿Qué debemos hacer en esta o aquella situación concreta? Si mi conciencia me dicta honestamente un proceder, ¿qué debo hacer? ¿Y si mi conciencia recta me dicta no hacer un acto que todo el resto del mundo aprueba?¿Es siempre lícito un mismo acto?

El Catecismo de la Iglesia, siempre nos ilumina con su enseñanza. Acudimos a él para aclarar estos conceptos:

1790: La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.

Cuando tenemos una conciencia recta y bien formada, su dictado se convierte en norma de actuación para nosotros. El examen de conciencia honesto nos debe conducir a tomar una decisión en nuestro obrar, que si está guiada por la buena voluntad de hacer lo correcto, es ley de obligado cumplimiento.

1849: El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta...

Por tanto, la falta contra el propio dictado de la conciencia es lo que el catecismo define como pecado. De ahí que nuestra conciencia esté rectamente formada, y nuestra voluntad lo suficientemente robustecida para seguirla sin temor.

1776: ... La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella (Gaudium et Spes 16).

En la propia conciencia, el hombre se encuentra a solas con Dios. No hay intermediarios ni barreras. Ni siquiera la Iglesia puede intervenir en el juicio de la conciencia propia. Por tanto, nadie puede juzgar la conciencia ajena en sus actos.

En la vida de todo cristiano, el problema de conciencia se plantea sin cesar, pues nos enfrentamos en un combate con un enemigo poderoso (aunque no imbatible). San Agustín dijo: "Empezaste a creer: prepárate para la guerra".

El mundo actual se vale de poderosas armas para acallar nuestras conciencias:

- "la corriente dominante dice que hay que hacer esto, ¿tú vas a contradecir a todos los demás?".

- "mientras tu conciencia te acusa en este tema, la mía no, así que la cosa termina en empate y que cada uno haga lo que quiera".

- mediante la conveniente tergiversación mediática, cualquier cosa puede venderse como positiva para una conciencia poco formada. No creo que haya tantas personas partidarias seriamente del aborto como poco formadas moralmente sobre sus consecuencias.

- en un mundo sobreabundante de información y de medios, la defensa ante esta "sobredosis" es la pasividad de la conciencia: "unos dicen que está bien, otros dicen que está mal... yo me inhibo".

- El exceso y sobreabundancia de tecnología distrae y adormece las conciencias por falta de interioridad y reflexión. Hoy los jóvenes no leen libros educativos, no forman sus conciencias, se basan en lo que oyen a sus amigos (igual  o peor formados que ellos) sin que haya una alternativa.

Indefectiblemente podemos percibir que todas estas argumentaciones nos llevan a la falta de libertad, pues lo contrario de una conciencia formada no es una conciencia libre, sino una conciencia sometida al dictado de la mayoría.

Otros artículos interesantes para leer más sobre este tema en el Catecismo de la Iglesia:

1776: la conciencia como ley que el hombre no se da a sí mismo.
1777: la conciencia ordena practicar el bien y evitar el mal.
1778: la conciencia como juicio de discernimiento de la razón.
1779: para oir a la conciencia, interioridad.
1780: nuestros actos nos exigen rectitud de la conciencia moral.
1781: la conciencia implica la responsabilidad de los actos.

(Todos los subrayados y negritas de citas de otros textos son siempre míos y, por lo tanto, no corresponden al texto original. Los títulos resumidos de los artículos citados del Catecismo de la Iglesia también son míos por lo que pueden estar incompletos o responder a mi interpretación de los mismos. Consulta el texto original siempre).

Enlaces relacionados:
No te preocupes por lo que piensen de tí.
Todo el mundo busca algo.
La salvación de otros depende de mí.
La 'perra' buena voluntad.

domingo, 7 de abril de 2013

Si yo fuera capaz de comprender...

Si yo fuera capaz de comprender que mi pasado ya no existe, aunque yo le dé muchísima importancia a todas las cosas negativas que me han ocurrido.

Si yo fuera capaz de comprender que mis faltas a la caridad del pasado terminan por romper algo en mi que se sana con el perdón.

Si yo fuera capaz de comprender que conformar mis actos a la voluntad de Dios es atesorar tesoros en el cielo.

Si yo fuera capaz de comprender que la misericordia de Dios llega infinitamente más allá que mi mezquindad humana.

Si yo fuera capaz de comprender que el mayor acto de amor de Dios por mí es el de haberme creado libre, aun cuando eso me pudiera apartar de Él.

Si yo fuera capaz de comprender que Dios me ha creado libre para que pueda amar auténticamente, sin falsedad.

Si yo fuera capaz de comprender que no puedo entender la mente de Dios porque sólo soy una criatura. 

Si yo fuera capaz de comprender que amar es sanar heridas.

Si yo fuera capaz de comprender que cada día que veo amanecer es un puro regalo de Dios.

Si yo fuera capaz de comprender que para amar basta con tomar la decisión de hacerlo.

Si yo fuera capaz de comprender que nada me aprovechan los juicios que hago de los demás.

Si yo fuera capaz de comprender que Dios está dispuesto a perdonarme siempre que yo acepte su perdón, sin reproches.

Si yo fuera capaz de comprender que el silencio de Dios es un voto de confianza en mi.

Si yo fuera capaz de comprender que yo me destruyo más si no doy amor que si no recibo amor.

Si yo fuera capaz de comprender que Dios tiene un plan para mí aunque yo no lo vea o lo sienta.

Si yo fuera capaz de comprender que Jesús no es una idea, sino que es una persona viva y me escucha en el fondo de mi corazón.

Ay, si yo fuera capaz de comprender esto... entendería todo lo demás.

Enlaces relacionados:
Carpe diem
10 consejos para perder la fe
Siguiendo los pasos de Cristo
Sugerencias para amar

viernes, 29 de marzo de 2013

La Cruz, la puerta de la salvación


En el Éxodo leemos que era necesario el sacrificio de un cordero macho, de un año, sin defecto...

Y que su sangre sobre las jambas de las puertas libraría a sus moradores de la aniquilación del Paso del Señor...

Esa sería la señal: la casa que tuviera la sangre en sus puertas, no sería tocada.

Jesús ha derramado su sangre y ha marcado con ella la Cruz.

El árbol de la Cruz es ahora la puerta del nuevo Reino de Dios. Es la puerta de nuestra casa, la que nos da la verdadera libertad, la que nos libra del mal.

Esa casa es la Iglesia de Cristo, la Iglesia católica.

La Cruz es la puerta de acceso a ella. Por ella entramos y ella es nuestro símbolo.

De algún modo, cuando Cristo muere, nace la Iglesia de su sangre. Somos parte de Él, hemos sido comprados con ella, salimos de Él y a Él volveremos.

La Iglesia nacida en la Cruz es el Cuerpo de Cristo,... nace de su sangre.

Y por la Cruz pasaremos de esta casa a la casa definitiva.

Enlaces relacionados:
Una tabla de consuelo y salvación
¿Es así como yo quiero a Jesús?
La Virgen María y los árboles del Paraiso

viernes, 22 de marzo de 2013

¿Vemos o miramos?

La Semana Santa, tal y como la conocemos hoy en muchas poblaciones, ha terminado por ser una exaltación de los sentidos. 

Todo se circunscribe a lo que vas a ver, a oir, a gustar, a oler, incluso a tocar. 

El sentimiento brota de la combinación de todas estas sensaciones, de manera que una intensificación de esos efluvios, originará un sentimiento de distinta magnitud.

Pero esto no es malo si se entendiera bien todo lo que percibimos.

En la Iglesia, en la carta a los Romanos (10, 17) tenemos una máxima que nos ha acompañado siempre: "Fides ex auditu", la fe nace de la predicación. 

Creemos según lo que hemos recibido, lo que hemos percibido, lo que hemos oído o visto. 

Todos los actos de fe de los grandes personajes que jalonan nuestra historia de salvación han sido provocados mediante los sentidos y mediante ellos, hasta en los sueños (como en el caso de San José), Dios ha obrado verdaderos milagros.

"Nosotros le vimos hacer milagros ... ", atestiguaban de Jesús los primeros discípulos.

Pero 'ver' y 'mirar' no es lo mismo; ni 'oir' y 'escuchar'; ni 'comer' y 'alimentarse'.

Vemos muchas cruces, pero no miramos a la Cruz.
A la Cruz de Cristo, es decir, 
a la nuestra propia de cada día

Vemos muchos Cristos, pero no miramos al Crucificado.
¿Y si dedicáramos toda nuestra vida
a mirar al Crucificado? No bastaría aún....

Vemos muchas imágenes, pero no miramos a la Real Presencia de Cristo (ya no imagen, mucho más que imagen) en el Sagrario.
¿Imágenes más valoradas que la Eucaristía?
Imposible....

Vemos mucha gente, pero no los miramos como un prójimo, un próximo.
Mi prójimo, mi próximo, es el que está a mi lado,
el que me pisa el pie, el que me molesta...
Y a éste es a quien tengo que amar.

Vemos muchos hermanos, pero no miramos al Padre.
Si somos hermanos, 
es porque tenemos un Padre común.
Que no se olvide.

Vemos muchas iglesias y templos, pero no miramos a la Iglesia de Cristo.
Exponer imágenes religiosas al público
a espaldas de la Iglesia de Cristo.
¿qué? ¿cómo?

Vemos mucha belleza, pero no miramos a la Belleza de Dios.
Y Dios es el culmen de la Belleza en la Simplicidad.

Vemos mucha apariencia, pero no miramos al SER.
Todo esto es efímero, 
pero el SER no pasa nunca.

Oimos muchas palabras dichas, pero no escuchamos a la Palabra.
Oimos con los oidos;
escuchamos con el corazón.

Comemos mucho, pero no nos alimentamos de Dios.
¿La Misa? ¿La Eucaristía?
Si te reúnes con tu familia para comer,
¿por qué no reunirte con la Iglesia
para celebrar la Resurrección de Cristo?

¿Nos habremos enterado de algo? 

¿Qué pasará si no miramos, escuchamos, nos alimentamos? ¿No estaremos abocados a la muerte en la fe?

¡¡Qué contrasentido!!: si el final de la Semana Santa es la Vida plena.

¿Y si no nos hemos enterado de nada?

La Semana Santa, la semana que cambió al mundo: ¿y a nosotros?



martes, 19 de marzo de 2013

La entrega de la voluntad


Todos pensamos que nuestro mejor desarrollo pasa por afirmar nuestro yo, convertir toda nuestra actividad en algo que gire alrededor nuestro de manera que mi voluntad sea la que domine y ejerza el control sobre todo lo que me rodea.

En eso es lo que pensamos cuando convertimos nuestro matrimonio en un mero modo de vida en compañía, de manera que yo no pierda mi independencia, mi libertad.

En eso también pensamos cuando tenemos hijos para que sean nuestros satélites, para que nos permitan vivir nuestra vida y no nos molesten mucho.

Cuando pensamos siquiera en la posibilidad del aborto, estamos primando mi voluntad soberana sobre la voluntad del niño. El "Yo decido" es el motor de todo.

La única consecuencia posible de todo esto es que terminemos por pensar que podemos vivir sin Dios, que nuestra voluntad no debe encontrar ninguna cortapisa en un Dios lejano que no tiene nada que ver con nosotros. Si yo no hago mi voluntad, no voy a ser feliz.

Sin embargo, nuestra vida no es así, aunque a muchos les parezca esto. La vida del ser humano se desarrolla mediante la entrega de la voluntad, cuando no somos el centro de todo lo que pasa a nuestro alrededor. Esto es algo misterioso, pero forma parte del plan de Dios para con nosotros.

El marido entrega su voluntad a su mujer, y la mujer entrega su voluntad a su marido. De esta manera el matrimonio se convierte en una comunidad de vida, no en dos centros que pugnan por prevalecer. En el sentido de esta entrega mutua se entiende perfectamente que Jesús diga que el matrimonio es indisoluble.

El soldado entrega su voluntad a su superior y deja de hacer la suya en el campo de batalla, aun poniendo su vida en riesgo grave. Existe una causa superior y más grave que defender que la propia vida.

El médico entrega su voluntad a la salud de su paciente y hace verdaderos esfuerzos para que recupere su salud. Y es en esta entrega en donde la vocación médica alcanza su cénit.

El empleado entrega su voluntad a su jefe y se empeña porque el negocio se convierta en algo próspero según las indicaciones de su dueño.

El empresario entrega su voluntad a su cliente y se empeña por satisfacerlo para que su empresa pueda tener futuro.

El modelo más perfecto lo tenemos, como siempre, en Cristo: Él, que era Dios, entregó su voluntad al Padre y llevó a cabo el plan diseñado por Él, aunque eso le condujera a algo que le producía un inmenso terror (Mt 26, 42).

Muchas veces entregamos nuestra voluntad a causas que arruinan nuestras vidas: el delincuente que entra a formar parte de una banda, el adicto que se acoge al placer engañoso del deleite fugaz.

Si entregamos la voluntad en el camino adecuado, creceremos.
Si lo hacemos para el mal, nos hundiremos.
Y si queremos conservar nuestra voluntad, la perderemos.

Existen muchas liberalidades en la vida: el cliente que elige el producto que quiere comprar, nuestra libre decisión de tomarnos unas vacaciones del modo que más nos guste, pero ninguna de ellas nos hace crecer o prosperar. Forman parte de nuestras vidas. Crecer en la vida implica entregarse, en definitiva, negarse a sí mismo (Jn 12, 25).

Quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará (Mt 16, 25ss).

La Virgen María entregó su voluntad a Dios con el "hágase" al ángel; San José también recibió el signo del ángel que le advirtió en sueños´y esto hizo que entregara su voluntad al plan de Dios.

Este es el modelo del cristiano que es enviado por Jesús al mundo: hacer su voluntad, entregarse a Él y a su obra. En la negación del propio yo es donde resplandece ante el mundo la presencia de Dios.

lunes, 18 de marzo de 2013

Pedro vs Judas


Traicionar a Jesús no entra en nuestros planes como cristianos. Si lo hubiéramos conocido en vida, lo último que se nos ocurriría es traicionarle. Sin embargo, sus discípulos lo traicionaron. Y hubo dos traiciones especialmente reseñables: la de Pedro y la de Judas.

Pedro pudo haber ayudado al Maestro cuando Él más lo necesitaba; y sin embargo, lo negó. Es decir, dijo "no le conozco". ¿Hay algo peor que eso?. Pues sí: hacerlo por tres veces

Judas ya sabemos lo que hizo. Sus acciones equivalían a matar a Jesús.

Pedro y Judas le fallaron a Jesús. Pero la respuesta de ambos fue distinta:

Pedro lloró amargamente cuando escuchó el gallo cantar. Había sido acosado a preguntas y su flaqueza le hizo contestar como lo hizo. Sus lágrimas fueron de arrepentimiento y dolor. Su flaqueza y su dolor fueron casi simultáneas. El corazón enamorado reacciona así cuando falla: su arrepentimiento es súbito.

Judas, cuando recibe el aviso de Jesús de obrar lo antes posible en la Última Cena, tiene tiempo de obrar con premeditación. Busca a la guardia del Templo para ira detener a Jesús, obra a conciencia, con frialdad. La respuesta final de Judas consistirá en colgarse, en su autodestrucción.

La traición de Judas lleva a la autodestrucción del hombre, mientras que la traición de Pedro lleva al arrepentimiento y a la vida. 

No sabemos cuál ha de ser el fin último de Judas. Eso queda entre Dios y él. Sí sabemos que Pedro, aun fallándole a Cristo, hizo del resto de su vida un camino hacia la salvación, cargando con la pesada cruz de haber obrado como lo hizo.

Pedro cargó con su cruz, Judas colgó de un árbol. 

Aun sin conocer el destino final de Judas, podemos afirmar sin duda alguna que la senda dibujada por Pedro en su vida y en la Historia es incomparablemente más luminosa que la dejada por Judas. 

El camino de nuestros fallos no nos debe conducir nunca a la autoaniquilación, como con Judas. Pero si nos dejamos llevar, podemos reunir las condiciones que hicieron de Judas un premeditado traidor.

Judas y Pedro obraron con libertad; Judas, incluso podía pensar que era lo mejor para el judaismo aquella traición por lo que pudo haber un fondo de buena de intención (a nuestros ojos), Pedro simplemente era débil.

El camino que nos devuelve a Dios es el de Pedro, el del arrepentimiento y el dolor. Es decir, el de amar a Cristo según Él mismo quiere que le amemos, no según nuestros esquemas y patrones; cargando con nuestra cruz de cada día, como hizo Pedro el resto de su vida.

sábado, 16 de marzo de 2013

La historia de un Ford-T y la Sábana Santa de Turín


No hace mucho tiempo, un coleccionista privado dio a conocer una noticia: era el orgulloso propietario de un Ford-T. Hasta aquí la noticia tampoco tenía mayor trascendencia, pues se conservan muchos ejemplares de aquel coche pionero. Pero la noticia traía alguna sorpresa: aquel Ford-T podía haber pertenecido al mismo Henry Ford.

Aquello ya era otra cosa. El Ford-T de Henry Ford no era un coche cualquiera, por lo que la expectación estaba asegurada.

Los medios de comunicación, siempre atentos a cualquier motivo de noticia, airearon la información, aunque también se encargaron de sembrar la duda de si verdaderamente aquél coche pudo haber pertenecido al fundador de la Ford Motor Company.

¿Por qué había permanecido oculto tanto tiempo? ¿No sería una falsificación (bien o malintencionada)? La duda sembrada, se divulga rápidamente y lo que era una noticia gozosa, se convierte en la persecución de la demostración de que aquel coche pudo haber pertenecido a Henry Ford.

El principal argumento esgrimido por el coleccionista privado (del que no conocemos su nombre) era una foto en la que se veía ese mismo coche junto a Henry Ford y una firma (autógrafa del protagonista) que afirmaba que aquel coche era suyo.

El argumento era sólido, pero había que demostrar que el coche de la fotografía era el mismo que aquel que tenían ante los ojos. Muchos detalles pequeños corroboraban ampliamente la identidad de la foto y la realidad, pero aquello no bastaba.

Para seguir el procedimiento correcto, lo primero era demostrar que el coche era un Ford-T original. Se compararon las piezas del coche, incluso las más recónditas y menos importantes, con los planos y despieces que se conservan de aquel modelo, así como con otros coche inequívocamente originales y todo concuerda. La tapicería se corresponde con el tipo usado a principios del siglo XX y todos los materiales se correspondían con la tecnología de aquella época.

Incluso, usaron tecnología recentísima por la que mediante un pequeño aparato portátil y mediante rayos-X es posible determinar la composición metálica de cualquier pieza, dándonos incluso las proporciones de su aleación. Hecha esta prueba a distintos equipamientos del coche, incluso la composición y la pureza de los materiales concuerda con lo utilizado en la tecnología de primeros de siglo XX.

El camino estaba allanado para el sentido común. Aquel coche era un Ford-T original y la fotografía demostraba que era muy posible que hubiera pertenecido a Henry Ford.

Pero a un erudito quisquilloso, se le ocurrió una nueva prueba: verificar la pintura del parachoques del coche para ver si era la misma composición de la usada en el modelo primitivo. El coleccionista, en un ánimo de transparencia y búsqueda de la verdad, no puso reparos a la prueba.

Se tomaron muestras se analizaron, y cuál no fue la sorpresa cuando se demostró que aquella pintura tenía que ser posterior a los años 90 del siglo XX. No correspondía al modelo original y, por tanto, la autenticidad del coche quedó completamente rebatida.

"Oiga, pero si hemos hecho muchísimas pruebas y todas han verificado la procedencia auténtica del coche, porque haya una prueba contradictoria ¿todas las demás quedan invalidadas?".

Los medios de comunicación divulgaron la noticia: "El Ford-T de Henry Ford es falso". Con el regusto propio del que sabe que ha pillado a un mentiroso, la noticia se divulgó por todos los medios de prensa con inusitada velocidad. La prensa había cumplido, una vez más, su labor de defensora de la verdad y la integridad.

La verdad real, no la publicada, era que este Ford-T había estado en contacto con otros coches de la colección privada de este magnate y había sido contaminado por la pintura de otros coches más modernos. La prueba de la pintura no había corroborado la autenticidad del coche, simplemente porque estaba viciada de origen, nada más.

Pero la autenticidad del coche ya había sido desacreditada, que era de lo que se trataba. 

Esparce agua por el suelo y ahora intenta recogerla toda, verás como no puedes.

(Hasta aquí es todo una mera historia de ficción, aunque la tecnología de rayos-X que analiza la composición de los materiales sí que existe y es real.).

La Sábana Santa de Turín ha sido analizada desde múltiples disciplinas por equipos de científicos agnósticos que no han podido hacer otra cosa que corroborar lo que la historia y la Iglesia conoce: que ese lienzo PUDO haber envuelto el cuerpo de Jesús, pues todas las pistas apuntan a la época, lugar, circunstancias y hechos imposibles de explicar por la ciencia que rodearon la vida, muerte y Resurrección de Jesús.

La Iglesia ni afirma ni niega la autenticidad de la Sábana Santa de Turín. Pero el sentido común nos dice que si el parachoques tiene una pintura que no le corresponde, será un problema del parachoques, no de la autenticidad del coche.

Mi fe no depende de si la Sábana Santa sea auténtica o no. Creo que hay muchísimas pruebas de su origen contemporáneo de Jesús y lo que vemos en ella con técnicas modernas nos habla de un hombre terriblemente lacerado cuya expresión no deja de ser cautivadora.

El rostro de la Santa Síndone, ¿es la faz de un hombre que experimenta la Resurrección? Mírala e intenta responder a esta pregunta.



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¿Qué representa una imagen para mí?


jueves, 14 de marzo de 2013

Francisco I, nuestro nuevo padre y pastor


Tenemos nuevo Papa, habemus papam.

Francisco I.

Los papas pasan, pero la Iglesia de Cristo permanece por los siglos. Ayer vimos cómo la Iglesia perdura porque es obra de Él que vive eternamente.

266 papas nos unen a Cristo, y esta vez será un papa procedente del continente americano.

Cristo llega hasta los confines del mundo, y la Iglesia se hace presente en todo lugar y tiempo.

Recemos por él, como hizo ayer con nosotros.

Cuántas personas rezaron ayer, aunque fuera en el fondo de su corazón, el Padre Nuestro después de muchos años sin hacerlo.

Ayer, muy buena parte del mundo, dijo "Padre Nuestro" todos a la vez, bajo un mismo padre y pastor. Que él nos guíe con su mano firme.

¡¡Viva Francisco I!!

lunes, 11 de marzo de 2013

Carpe diem

Algo sabemos cierto en nuestra vida, y es que habremos de morir. Muchas personas, ante esta certeza, el primer principio que se les viene a la cabeza es: "carpe diem" (aprovecha el día, disfruta del tiempo).

No importan los días que nos queden de vida, debemos de llenar nuestros estómagos y satisfacer todos nuestros placeres porque esta es la manera en la que llenaremos de sentido nuestras vidas.

Somos una especie de tren cuyas vías terminan en un precipicio y que no podemos detener, por lo que sabemos que caeremos por él tarde o temprano. Por lo tanto, debemos disfrutar de todo lo que el tren nos ofrece antes de que llegue ese momento, aunque eso nos lleve a una autodestrucción.

Sin embargo, Jesús nos ofrece una alternativa. Esta vida es apreciable, es digna, tenemos que vivirla y disfrutarla pero sin olvidar que la parte más importante y principal de toda ella se desenvolverá una vez traspasemos ese umbral.

A este lado del umbral somos aprendices del amor; a aquél lado seremos maestros en el amor, según hayamos aprovechado o no nuestro aprendizaje.

Jesús nos dice: "carpe diem, sí, ... pero para amar".

Llenar el estómago, emborracharse, drogarse, enviciarse en todos los placeres te lleva a un carpe-diem de autoaniquilación añadida al final natural.

Pero muchos se olvidan que nuestro ser no se caracteriza por tener un estómago, sino por tener un corazón. No somos "estómago", pero sí somos "amor".

¿Por qué decimos que el amor reside o se asocia al corazón, si este órgano no es más que un músculo? ¿Por qué no asociamos el amor con el bíceps o el cuádriceps?

Porque sin el corazón, no podemos vivir, de igual manera que sin amor no podemos existir.

El amor es la esencia de nuestras vidas, porque provenimos de la esencia del amor que es Dios y Él nos ha hecho partícipes de su esencia y naturaleza de esta manera.


Enlaces relacionados:
La 'perra' buena voluntad
¿Qué hacer con los hijos cuando los padres se separan?
El otero de Dios
El retrato de nuestra alma

Una tabla de consuelo y salvación

Muchos nos acosan: el pecado, el mal, la persecución, la tentación, el desánimo, el dolor, pero el Señor ha sembrado mediante su Palabra verdaderas tablas de salvación que nos ayudan en nuestro peregrinar.

- Venid a mi los que estais cansados y agobiados que Yo os aliviaré (Mt 11, 28).

"Venid a mí..."
¿vamos a Él o nos alejamos de Él?

- Carguen mi yugo porque soy paciente y humilde de corazón (Mt 11, 29).


- Mi yugo es llevadero y mi carga ligera (Mt 11, 30).

Jesús no ha venido a cargarnos,
sino a aliviarnos.

- Pertrechémonos con las armas de la luz (Rm 13, 12-14)

La LUZ tiene sus armas.
No nos avergoncemos de la lucha contra el mal.
A lo mejor es que simplemente hemos renunciado a luchar.

- ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? (Palabras dichas por la Virgen a San Juan Diego, 1531)

Ante la muerte inminente de su tío Bernardino,
Juan Diego corre a buscar a un sacerdote y
rodea el Tepeyac para no encontrarse con la Señora
que sabe que lo espera.
Pero ella sale a su encuentro...
Huye de la Virgen cuando ella puede socorrerlo... 
¿y nosotros, también rodeamos el Tepeyac
para no encontrarnos con Dios cuando Él nos pide algo?
¿Huimos de Él para "encontrar" la solución de nuestros problemas?

- No hago lo que quiero y hago lo que no quiero (Rm 7, 19)

El gran San Pablo confiesa que mete la pata.
Igual que yo mismo.

- ... os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite (Lc 11, 5-8)
Jesús habla de un amigo que le pide a otro
tres panes para dar de comer a un invitado.
Jesús nos dice: "sed importunos con Dios".
Nada más y nada menos.

- ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez,  le dará una serpiente en lugar de un pez? (Lc 11, 11-12).
¿Somos conscientes de que Dios nos dará
lo que le pidamos, si es para nuestro bien?
Pero para pedir, tenemos que tener necesidad
de Dios, no ser autosuficientes. 
El que se basta a sí mismo, no pide.
¿Necesitamos a Dios de verdad o lo utilizamos
en nuestro favor, cuando nos conviene? 

- Te basta mi gracia (2 Co 12, 7-9).

No esperes grandes signos.
Muchísimos  santos no tuvieron 
ningún signo especial en toda su vida.
Su gracia lo puede todo en tí.
Déjala actuar.

- ... como impostores que dicen la verdad, desconocidos siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres pero que enriquecen a muchos, como necesitados pero poseyéndolo todo. (2 Co 6, 8-10).

Quién al tú decir la verdad,
no te han tomado alguna vez por impostor.
Quiénes te han ignorado al saber de tu fe,
aunque fueras conocido de sobra.
Quiénes te han dado como moribundo para el mundo
cuando vives la vida de Cristo.
... consuélate que ya San Pablo pasó por todo esto.

- ...atribulados en todo, más no aplastados; apurados, más no desesperados; perseguidos pero no abandonados; derribados, más no aniquilados. (2 Co 4, 8-9).

Jesús está siempre en el extremo de todos tus problemas
para ser la mano que te salva.
Más allá de cualquiera de nuestros males
está el poder de Jesús en tu vida.

- Mira que estoy a la puerta y llamo; si me abres, entraré y cenaremos juntos (Ap 3, 20).

¡¡Qué infinita paciencia la de Jesús!!
¡Él nos espera a nosotros!
Los reyes no esperan; los súbditos sí.
Aquí el Rey es Él.
... y todo, por cenar contigo y conmigo.

- Dios es la brisa de la cueva de Elías (1 Re 19, 8-13).
¿No estaremos dejando pasar a Dios 
de nuestras vidas porque lo esperamos
como trueno en lugar de como brisa?
¿como "servicio técnico 24 horas" de nuestros problemas
en lugar de nuestro amigo y Señor?

- El Señor es mi pastor, NADA me falta (Salmo 23).
... ¿ nada ?...
¡¡Nada, pero nada!!
Aprende este salmo de memoria, 
que te acompañe en la oración.

- La parábola del hijo pródigo (o también del hijo derrochador) (Lc 15, 11-33).
Si tuviéramos que elegir una sola enseñanza
de Jesús, yo me quedaría con ésta.
La mejor narración de la Historia Universal 
consagrada a narrar la misericordia de Dios.
 
- Antes morir que fallarle a Jesús (en la persecución cristera de México, 1926-1929).
¿Y antes morir que pecar?

- El Señor abre puertas que nadie puede cerrar, cierra puertas que nadie puede abrir (Ap 3, 7).

El Señor puede cambiar toda tu vida. 
Déjalo hacer.

- En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraiso. (Lc 23, 43)
El mejor consuelo para el pecador arrepentido.

- Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

En la Eucaristía, junto a mí, en lo más hondo de mi alma,
en medio de dos o más que estemos reunidos en su nombre,
como amigo en el que reclinar la cabeza en el día de la partida.

viernes, 8 de marzo de 2013

De perros y gatos

Federico: Oye Luis, ¿sabes qué estaba pensando hoy?

Luis: Dime, Federico.

F: Le daba vueltas a la cabeza sobre el tema de los derechos y obligaciones, y se me ocurrió pensar en los derechos que Dios nos otorga. Y resulta que, pensando un poco, caí en la cuenta de que Dios no nos ha otorgado nunca ningún derecho. ¿Tú habías caído también en la cuenta?

L: Me coges de sopetón con esa idea, pero si pensamos un poco ahora mismo no recuerdo ningún pasaje en toda la Biblia ni en la Tradición de la Iglesia en la que se hable de derechos otorgados por Dios ...

F: Entiendo, Luis, que estamos hablando no en un contexto jurídico meramente humano, sino en el ámbito del pacto, de la alianza de Dios con el hombre perpetuada de diversos modos a través de los siglos.

L: Sí, sí, claro. Sin embargo, Federico, sí se me vienen a la cabeza pasajes en los que Dios nos impone obligaciones. Qué curioso. Ningún derecho, pero sí obligaciones: los mandamientos del Sinaí, el mandato del amor, las bienaventuranzas entendidas como invitaciones a tener un comportamiento determinado, y muchas más frases de Jesús...

F: Me deja esto un poco perplejo. En nuestro mundo todo lo hemos convertido en derechos (y cuando hablamos de obligaciones, la fundamental es la de pagar impuestos para mantener a los burócratas de siempre), mientras que Dios nos habla con obligaciones. En esto hay algo que no me cuadra.

L:  Yo estoy igual de perplejo que tú. Qué cosas. Ahora recuerdo una enseñanza de Benedicto XVI que decía que los mandamientos no son un NO sino un a nuestra felicidad, a nuestra alegría. Es decir, que según nuestro amado Papa anterior, las obligaciones de Dios no son malas, sino buenas porque nos apartan del camino incorrecto.


F: Yo creo que un fallo fundamental es ese. Hemos construido los derechos como el paraíso de la perpetua y continua felicidad, mientras hemos hecho de las obligaciones las pesadas cadenas que los gobiernos quieren echar sobre los hombros de todos los ciudadanos. En definitiva, "derechos buenos, obligaciones necesarias".

Pero parece que para Dios eso no es así. Sería más bien (qué atrevido soy intentando interpretar la mente de Dios, que Él me perdone): "derechos innecesarios por evidentes, obligaciones buenas".

L: Creo que hay algo incorrecto en lo que dices. Existe el derecho a la vida como algo sagrado y otorgado por Dios, para poner un ejemplo muy claro.

F: Cierto es, Luis. Pero hasta el mismísimo derecho a la vida no es ilimitado, tiene sus fronteras: ante una agresión ilegítima, tengo derecho a defenderme  y si en esa defensa no tengo más remedio que causar un daño a mi atacante que pueda causarle la muerte, eso no es pecado (siempre que sea como último recurso, claro está).

Es decir, en un principio fundamental como es el que Dios nos ha dado una vida a cada uno, existen casos en los que ese principio puede quebrarse ante un suceso extraordinario. Además, nadie puede invocar el derecho a la vida ante el mismo Dios que te la arrebate.

L: ¿Qué me quieres decir con eso? Creo entender de lo que dices que Dios no otorga derechos, y que los derechos que los seres humanos nos damos para regular nuestra existencia, no son ilimitados. Además, que las obligaciones que Dios nos impone son para nuestro bien y nuestra felicidad, y no una pesada carga que nos aplasta.

F: Sin tenerlo muy claro, creo que por ahí van los tiros.

L: Por lo tanto, parece que nuestra sociedad nos conduce a un camino desbocado. Los derechos erigidos en norma de conducta absoluta, y las obligaciones mediante pesadas cadenas sobre los hombros de todos. Justo lo contrario de lo que Dios nos propone.

F: Pues algo así, es. Como hoy existe tácitamente el derecho absoluto a hacer lo que yo quiera, se da el caso de que un perro exija su derecho de ser un gato y reconozcamos formalmente el derecho de todo perro a ser un gato.

L: La verdad es que suena a chiste.

F: Suena a chiste pero no lo es. Esto es un plan perfectamente concertado. Fíjate:

- La naturaleza de las cosas es la que es. Dios no tiene que decir que un perro es un perro; es que un perro ES un perro, y no un gato.

- La filosofía desde sus inicios, ha dedicado toda una rama de su saber y su investigación a estudiar el SER de las cosas: la metafísica u ontología. Por lo tanto si queremos destruir la barrera que hace que un perro SEA un perro, tendremos que cargarnos la filosofía y todos sus razonamientos. Pero, ¿esto es posible? Parece una tarea ardua...

- Sólo necesitamos buscar algunas mentes preclaras de nuestro tiempo que con su argumento de autoridad, nos lleven por este camino. Por ejemplo, Stephen Hawking, elevado a la cumbre del saber, ha declarado el fin de la filosofía y el comienzo de la era de la ciencia (y mira, Luis, que yo soy de formación científica y amo la ciencia y el conocimiento científico, pero esto no es). Bueno, ya tenemos los cimientos colocados, pues de un plumazo nos hemos cargado toda la argumentación intelectual que pueda hacernos caer en la cuenta de que un perro no es un gato. Ahora viene el segundo paso.

- Ahora tenemos que hacer creer a un perro que es mejor ser un gato, y a un gato que es mejor ser un perro. De esa manera, habremos destruido la frontera que el SER, la naturaleza de las cosas, impone a estos dos animales. ¿Cómo lo hacemos?:

- Cogemos a los perros, que son los que ladran y hacen más ruido, y les hacemos creer que sería mejor que fueran gatos: la vida del gato es mucho más reposada, te dan platitos de crema de leche y te acarician tu suave pelaje, vives relajadamente junto a la chimenea de la casa. Tu vida de perro es bastante triste: te ponen un hueso para comer, vives en la caseta que hay en el jardín aunque haga frío o calor y si ladras (porque tu genética hace que ladres) te tiran una piedra para que te calles. ¿No sería más bonito ser un gato?

- La semilla está sembrada, pero esto aún no es suficiente. Es necesario que los perros hablen mal de los perros, es decir, que un perro le diga a otro: "los perros no somos nada"; "menuda vida perra que llevamos"; "los gatos sí que viven bien, nosotros somos los tontos"; "donde se ponga un gato, no se pone un perro"; "amigo perro, en este mundo quienes mandan de verdad son los gatos, que te miran a través de la ventana del hogar, mientras tú estás en tu húmeda y fría caseta haciendo el tonto".

- Y falta un último punto fundamental: que los gatos quieran ser perros. El perro se encarga de la vigilancia de la casa, y cuando echa a un ladrón, recibe palmadas de aprobación de sus dueños, por lo que el gato termina por estar celoso del perro. Así que el gato, también querrá defender la casa, pero no por eso querrá dejar su plato de crema y su puesto al lado de la chimenea, por lo que estar en dos sitios a la vez se vuelve algo como que imposible.

- Ahora sí: el reconocimiento del derecho del perro a ser gato tiene el camino allanado. Los perros desearán ser gatos (y los gatos también perros, porque da igual el sentido que tome este camino, porque la mentira vende). Y hemos tergiversado la naturaleza de las cosas para crear un derecho de la nada a conveniencia de unos pocos perros y gatos.

L: ¿Y a nadie se le ha ocurrido pensar que un perro y un gato son distintos porque han sido creados distintos, con distintos formas de comportarse, de alimentarse, de relacionarse; que ninguno es mejor que el otro y que cada uno tiene derecho a vivir según el plan trazado para él; y que cada uno debe cumplir con ese plan como con una obligación y no pretender ser el otro?

F: Claro, porque la vida se presupone íntegramente para todos. No hay que hacer daño a nadie (neminem laedere, decían los romanos) pero eso no tiene nada que ver con que todos los animales tengan que hacer lo mismo.

L: Federico, mientras hablabas me estaba acordando del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal del paraiso, y cómo el comer de su fruta, hizo que Dios expulsara a Adán y Eva. ¿No será esto una versión nueva de aquéllo?. Además, igual que entonces, los pobres Adán y Eva sucumbieron ante la tentación de una serpiente, igual que muchísimos perros y gatos sucumben ante la tentación de unos pocos perros y gatos que quieren imponer su visión.

F: El pecado original se llama original, porque está en la raiz de todos los males, Luis. Y este es el mundo de progreso y felicidad que nos quieren vender, en el que nada es lo que parece, ni el bien, ni el mal, ni los perros ni los gatos.

L: Y eso que esto es sólo una historia de animales. Por cierto, ¿qué día es hoy?

F: Ocho de marzo.

L: No tiene nada que ver con esto, pero es que me acabo de acordar que esta mañana han detenido a un amigo mío por haber sido acusado falsamente por su esposa de malos tratos. Esas son las leyes que tenemos, en las que un hombre, de momento, va a la cárcel y luego preguntamos. Pero esto no tiene nada que ver con lo de los perros y los gatos.

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Moraleja 1: Amicus Plato, sed magis amica veritas.

Moraleja 2: El mainstream europeo dice que la Coca-Cola es mucho mejor que la Pepsi, pero a los americanos les gusta por igual una que otra. ¿Somos tan osados de pensar que la visión que Dios tenga de nosotros tiene que ser igual a la nuestra? ¡Pero si nosotros mismos no nos ponemos de acuerdo con la coca-cola y con la pepsi!


Moraleja 3: Las más grandes civilizaciones de la Historia han caído como consecuencia de su descomposición moral interna, y no por otra causa. Jesús permanece, la Iglesia permanece, pero no pensemos que nuestro sistema va a funcionar así indefinidamente. El gran pecado de las grandes civilizaciones de la Historia fue el mismo que el pecado original: creerse como dioses.

sábado, 2 de marzo de 2013

Todo el mundo busca algo

En los años ochenta una canción del grupo Eurythmics (Sweet dreamsdecía:

"Everybody is looking for something" 
(Todo el mundo busca algo)

El mundo secularizado ha hecho al ser humano dueño de todo. 
Dueño de la vida y de la muerte
Dueño de su futuro y de su pasado
Dueño y señor de su conciencia
Dueño de la ley moral.
Dueño y señor del mismo Dios al que se ocupa de someter a su dictado.

Sin embargo, el modelo de Jesús para nosotros es bien distinto:

Jesús nos habla acompañándonos, como en el camino de Emaús.
Jesús nos espera, sin límites y sin reproches, como en el pasaje del hijo pródigo.
Jesús se somete a la tentación, como todos nosotros, para ser como nosotros.
Jesús predica por donde va, no se impone, porque quien ama confía en el otro.
Jesús lo espera todo de nuestro futuro, pero perdona nuestro pasado si se lo pedimos.


Él podía ser Señor y Dueño de nuestras vidas, pero su amor hacia nosotros le hace ser pacífico y misericordioso. Y nuestro mundo ha querido someterlo a sus imposiciones. Jesús sometido por el hombre como en un nuevo Calvario.


Porque, en realidad, Él sabe que la misión fundamental de nuestras vidas no es la de SOMETER, es la de BUSCAR:

Buscar el verdadero rostro de Jesús, el verdadero rostro de Dios.
Buscar el modo de amar a nuestros hermanos de un modo continuamente nuevo.
Buscar la verdad en la escucha del Maestro.
Buscar el camino que Dios nos tiene preparado, aunque nuestras alucinaciones nos conduzcan a veces a comer la comida de los cerdos.
Buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Buscar la rectitud de conciencia, aunque el camino sea una cuerda floja moral durante toda nuestra vida en el que avanzamos a tientas.
Buscar la santidad sin la recompensa plena de saber que hacemos lo correcto; pues tenemos la obligación de obrar pero no el derecho a recibir la  aprobación definitiva.

La vida de fe es una búsqueda, un camino lleno de curvas y rectas, de luces y sombras, de alegrías y tristezas, pero todas ellas para vivirlas desde Jesús y en Él.

Al final de toda nuestra vida, en el instante definitivo de la partida, como conclusión de toda nuestra búsqueda, cuando nos presentemos con las manos manchadas del barro del camino, el mayor consuelo que tendremos será el escuchar las palabras: "No temas. Soy Yo".

Y entonces, con la misericordia de Dios, nuestra búsqueda habrá terminado.



jueves, 28 de febrero de 2013

Lo más importante es DIOS

¡¡Gracias Santo Padre!!

La misión que Dios le encomendó llega a su fin.

Gastarse en el amor de Cristo es la mejor tarea que podría realizarse.

Aceptar el timón de la Iglesia con 78 años fue un a Cristo ejemplar y un NO a mis planes, a mis miedos, a mis frustraciones personales.

A la edad más que rebasada de la jubilación, Su Santidad decidió poner al servicio de Cristo y de la Iglesia la experiencia de su vida.

Ahora, en el momento de la debilidad, lo difícil es renunciar al encargo recibido.

A lo que un día dijo SÍ, hoy dice NO, y lo hace por amor a la Iglesia y a Cristo.

Esta es la lección: en el amor y en el servicio no valen recetas prestablecidas, no valen fórmulas estandarizadas; de lo que se trata es de amar y de escuchar la voz de Dios en el corazón.

Es un ejemplo para todos nosotros, un ejemplo de padre en la fe.

No fue elegido cabeza de la Iglesia peregrina en la tierra por casualidad. No.

Gracias por su doctrina, por sus palabras siempre profundas y espirituales, por su enseñanza de maestro, por su cariño de padre. Gracias por elegir siempre lo mejor para la Iglesia y no para su bienestar. Gracias por abrazar hasta el fin la cruz. Gracias por mostrarnos el camino de la humildad y de la sumisión al nuevo sucesor de Pedro.

Nuestro corazón estará con el nuevo Papa pues a él le tocará la misión de conducirnos en la lucha contra el mal que ataca ferozmente a la Iglesia sin descanso; pero nuestra mirada no podrá dejar de volverse hacia el monasterio en el que se recluirá en adelante. No podremos olvidar todo lo recibido, ni el ejemplo de su vida y su serenidad. Esperamos el día en que podamos volverle a ver en este mundo en alguna celebración, pues se nos ensanchará el corazón de volverle a ver.

Hoy le ha dado la lección al mundo de que lo verdaderamente importante es Dios, que ésta es su obra y no la nuestra y que no recibiremos sino el salario prometido al obrero de la viña.

Gracias por todo.

sábado, 16 de febrero de 2013

Benedicto XVI, un nuevo Agustín



Desde que nos enteramos de la renuncia a su cargo de Su Santidad Benedicto XVI no hemos dejado de oir todo tipo de interpretaciones de esta decisión.

El referente más inmediato de las críticas ha sido siempre el modo en que decidió seguir en su puesto nuestro Santo Padre Juan Pablo II hasta el fin de sus días. Entre todas estas interpretaciones ha habido, como siempre, las bienintencionadas y las que acompañan su opinión con una buena carga de profundidad contra el Papa y contra la Iglesia.

Sin embargo, nos olvidamos de algo muy importante, importantísimo diría yo para nuestra fe católica, algo que se convierte en la columna vertebral de nuestra fe y que sin él, nuestra fe se vuelve vana e intrascendente y es el amor.

San Agustín nos lo expreso de una manera magistral: "Ama y haz lo que quieras". Sí, haz lo que quieras .... lo que quieras.

"Pero siempre me han dicho que para salvarme tengo que cumplir con los mandamientos y estos son muchas prohibiciones de hacer cosas de las que nos gustan: robar, matar, ser infiel en el matrimonio..." ¿Cómo me va a decir San Agustín que "haga lo que quiera"?

Evidentemente, las palabras del santo padre de la Iglesia hay que llevarlas al corazón con la luz de la fe.

San Agustín nos dice que si amo, puedo conducir mi vida por caminos distintos de los de otra persona que también es creyente y busca la santidad como yo. Y esto, no sólo no es malo, sino que nos sirve para cumplir el plan de Dios en nuestra existencia.

No todos tenemos que hacer las mismas cosas como fotocopias de vida, sino que lo importante, lo central de verdad es amar. Cuando amamos, nuestra actividad se ve guiada siempre por Dios.

¿Y por qué tenemos los mandamientos que son prohibiciones de hacer? Porque los mandamientos nos orientan acerca de aquello que nos es verdaderamente perjudicial para nosotros. Son aquella advertencia: "no entres en el pantano, porque puedes perecer". Salvando esas advertencias, todo nos es permitido, que todo nos conduce a Dios si lo hacemos amando. 

El Papa Benedicto XVI ha tomado esta decisión durísima en su vida y ha tenido que hacerlo cuando sus fuerzas están desgastadas y los años comienzan a pesar en nuestro maltrecho cuerpo. Y ha elegido un camino distinto al de sus predecesores, pero lo ha hecho por amor a la Iglesia que es la obra de Dios en la tierra. ¡Qué lección de amor más profundamente teológica nos ha dado!

Por eso, nuestro cariño y nuestro recuerdo irá siempre con él, esté donde esté, pues él con su vida y con el final de su pontificado se ha hecho merecedor de ser un nuevo Agustín de Hipona para la Iglesia.

Mi abuela murió recientemente a la edad de 100 años. Para mis hijos ella fue siempre la abuela Joaquina, por lo que tuvieron la fortuna de conocer en vida a tres abuelas. Y eso no desmerece nada, sino que enriquece; no disminuye a nadie, sino que aumenta a todos.

Para mí nuestro Papa actual, cuando deje de serlo, seguirá siendo S.S. Benedicto XVI y nos referiremos a él con cariño, con respeto, con profundísima admiración como el Papa Benedicto, como lo hemos hecho siempre, como si tuviéramos un abuelo de más en nuestra familia.

Habrá un nuevo Papa al frente del timón de la barca que es la Iglesia y lo querremos como nuestro Padre en la fe. Pero Dios nos ha regalado en estos tiempos a un Abuelo en la fe, a un abuelo del mundo, a un nuevo Agustín, y eso no desmerecerá del primero jamás.

¡¡Viva Benedicto XVI!!    ¡¡Viva el nuevo Papa!!

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