Confesiones de Jeremías V (Jr 20, 7-9)
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
has sido más fuerte que yo y me has podido.
He sido a diario el hazmerreir,
todo el mundo se burlaba de mí.
Cuando hablo, tengo que gritar,
proclamar violencia y destrucción.
La palabra del Señor me ha servido
de oprobio y desprecio a diario.
Pensé en olvidarme del asunto y dije:
"No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre";
pero había en mis entrañas como fuego,
algo ardiente encerrado en mis huesos.
Yo intentaba sofocarlo, y no podía.
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