Levanta las anclas, ... no te quedes en la orilla, ... rema mar adentro.
Sal de tu comodidad y no tengas miedo, la orilla parece segura, el mar adentro es tenebroso pero prepara tu barca para este viaje, pues es el viaje de tu vida.
No tengas nostalgia del pasado, de lo que pudo haber sido y no fue; rema, rema mar adentro, que te queda tu futuro por delante, y para Dios vale más tu porvenir que tu pasado.
Duc in altum
No tengas la mirada fija en la barca que te lleva, en el tiempo que te ha tocado vivir, en tus circunstancias que te constriñen y te atan. Levanta tu mirada hacia adelante.
Si no te mueves de la orilla, no sabrás lo que es descansar en Él. Confía en Él, que es tu Señor.
Olvídate de una vez de tus costumbres paganas, de tus fetiches, de tus amuletos, de tus supersticiones, de tus videntes, olvídate de todo eso... rema hacia mi sin querer sostenerte en dioses y costumbres paganas.
Duc in altum
Si no quieres moverte de la orilla, nunca experimentarás la gracia de Dios.
Si quieres navegar por los mares del amor según Dios, sal de la orilla, sal de ti y ponte en el camino hacia el otro. No te faltarán brumas, oscuridades y angustias, pero encontrarás el amor.
Cuántas anclas te varan en la orilla: tus desidias, tus vicios, tus adicciones, tus comodidades, tus apegos inútiles, tus manías, ... lucha por cortar esas cadenas de raiz.
Duc in altum
Cuando te veas al frente de tu barca que se encamina hacia la oscuridad de la noche, que te adentras en la tormenta y el viento te azota continuamente en la inmensidad de la soledad, que las olas parece que te van a barrer, mira hacia atrás y vislumbrarás entre las sombras de la noche a Jesús bregando con el timón de tu vida.
Antes te sentías angustiado y asustado, cansado de la constante lucha, muchas veces estéril; pero cuando sabes que no estás solo, que Él está al cargo de tu nave, el miedo desaparecerá, aunque la tormenta siga ahí.
Duc in altum
En el evangelio de San Lucas (Lc 5, 4-6), Jesús se encuentra con Pedro y contra el sentido común, le dice que navegue mar adentro (duc in altum) y eche las redes cuando ellos acababan de venir de pescar sin haber capturado ningún pez. Entonces, las redes van a rebosar.
Con Jesús, la pesca es fructífera. Sin Él, nuestra labor es vacía.
Cuando nos dice: "duc in altum", Jesús se sube a nuestra barca, no nos manda desde la orilla. Él está a nuestro lado, no mira nuestra vida desde la barrera, sino que se hizo hombre como nosotros para quedarse con nosotros, en nosotros, subidos en nuestra barca, en nuestra existencia.
Él no está aquí para ser un mero compañero de viaje; será el capitán de nuestras vidas, si se lo permitimos.
Jesús, súbete a mi vida y gobiérnala
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