Muchos problemas nos acechan por todos lados. La mayoría son de índole económica.
Tenemos la tentación de quedarnos con un cambio de moneda equivocado, de defraudar en los impuestos justos, de sisar o escamotear aquéllo que tenemos a nuestro alcance y que nadie terminará por enterarse.
¿Es esto lo que debemos hacer?
¿Debemos convertirnos en deshonestos
porque la vida sea dura?
Si la primacía no la ostenta en nuestras vidas nuestros principios, ¿a quién la entregaremos?
Si hoy cedemos ante un problema de la vida y entregamos nuestra honestidad, mañana ¿qué no haremos?
Si mercadeamos con nuestros principios en lo poco, ¿qué no transigiremos el día de mañana en lo mucho?
Si no nos mira nadie, ¿perseveraremos en la fidelidad a nuestros principios?
Si no nos mira nadie, ¿perseveraremos en la fidelidad a nuestros principios?