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Pero, ¿como invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: "¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!". (Rm 10, 14-15).
Este pasaje había sido leído muchas veces por Marcus en su vida como protestante presbiteriano, pero siempre había terminado en la tercera pregunta, la que justifica la predicación evangélica. Pero él mismo cae en la cuenta en su proceso de conversión que ahí no termina la enseñanza del apóstol, sino que hay una cuarta pregunta: "¿Y quiénes predicarán, si no se los envía?".
Para invocarlo es necesario creer; para creer, es necesario haber oído hablar de él; y para esto, es necesaria la predicación. Pero la predicación presupone al mismo tiempo el envío. No se puede predicar a Cristo sin haber sido enviado. ¿Y él había sido enviado?. ¿Por quién?. ¿Cómo podía saber que cualquiera de las personas de su congregación eran las idóneas para haberlo enviado a él?
En la Iglesia católica la sucesión apostólica garantiza la unión con Cristo a través de todo el cuerpo de la Iglesia a lo largo de la Historia. La autoridad en la Iglesia no está puesta para responder a estructuras de poder, sino para garantizar nuestra unión con toda la Iglesia, en este tiempo y en todo tiempo.
La Iglesia católica era, una vez más, el garante de la unión con Cristo según las propias palabras de San Pablo, de las mismas palabras que él había leído muchas veces. La Iglesia, una vez más, como columna y fundamento de la verdad.
Siguiente artículo: Cómo permanecer en Cristo.
sábado, 6 de junio de 2009
viernes, 5 de junio de 2009
Pensamientos: Pío XII y el error en la Sagrada Escritura
Por esta razón, el exegeta católico, a fin de satisfacer a las necesidades actuales de la ciencia bíblica, al exponer la Sagrada Escritura y mostrarla y probarla inmune de todo error, válgase también prudentemente de este medio (método histórico-crítico), indagando qué es lo que la forma de decir o el género literario empleado por el hagiógrafo contribuye para la verdadera y genuina interpretación, y se persuada que esta parte de su oficio no puede descuidarse sin gran detrimento de la exégesis católica.
Puesto que no raras veces —para no tocar sino este punto—, cuando algunos, reprochándolo, cacarean que los sagrados autores se descarriaron de la fidelidad histórica o contaron las cosas con menos exactitud, se averigua que no se trata de otra cosa sino de aquellas maneras corrientes y originales de decir y narrar propias de los antiguos, que a cada momento se empleaban mutuamente en el comercio humano, y que en realidad se usaban en virtud de una costumbre lícita y común.
Exige, pues, una justa equidad del ánimo que, cuando se encuentran estas cosas en el divino oráculo, el cual, como destinado a hombres, se expresa con palabras humanas, no se les arguya de error, no de otra manera que cuando se emplean en el uso cotidiano de la vida.
Así es que, conocidas y exactamente apreciadas las maneras y artes de hablar y escribir en los antiguos, podrán resolverse muchas dificultades que se objetan contra la verdad y fidelidad histórica de las divinas Letras; ni será menos a propósito este estudio para conocer más plenamente y con mayor luz la mente del sagrado autor.
S.S. Pío XII, Divino Afflante Spiritu, n. 25.
jueves, 4 de junio de 2009
Citas bíblicas que deberían leer los protestantes (V)
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Una vez que la propia Escritura nos ha señalado cuál es la verdadera Iglesia, seguiremos en este peregrinar de su protagonista, Marcus Grodi, en busca de la fe. Ahora le toca el turno a otro tema importante, el de las obras. Según los principios de Lutero, las obras no son relevantes para nuestra salvación, pues somos salvos únicamente por la fe. No era necesario acrecentar la propia santidad, porque la salvación era algo externo, recibido, que no puede ser cambiado. Sin embargo, vamos a ver en qué sentido nos enseña la Escritura:
Luego escuché una voz que me ordenaba desde el cielo: «Escribe: ¡Felices los que mueren en el Señor! Sí –dice el Espíritu– de ahora en adelante, ellos pueden descansar de sus fatigas, porque sus obras los acompañan». (Ap 14, 13).
Resultó que súbitamente, al leer este pasaje en uno de los servicios funerarios en los que lo utilizaban, cayó en la cuenta de que él estaba predicando que las obras no importaban para la salvación, mientras que de la lectura de la Escritura se desprendía justamente lo contrario, que las obras nos acompañarán después de la muerte. Tan importantes son para Dios que, realmente, es lo único que nos acompañará ante el juicio de Dios.
Pero aquí no quedaban los testimonios bíblicos sobre las obras, pues veremos a continuación otro texto del mismo libro del Apocalipsis:
...y haré morir a sus hijos. Así sabrán todas las Iglesias que yo conozco íntimamente los sentimientos y las intenciones. Y yo retribuiré a cada uno según sus obras. (Ap 2, 23).
Jesús dijo que hemos de ser perfectos como el Padre es perfecto. Él dio valor a nuestras obras. Ellas serán la medida en nuestro juicio, aunque no prestemos oídos a estas palabras de Jesús con demasiada frecuencia. Y la gracia de Dios está puesta en nosotros para impulsarnos hacia las buenas obras.
La doctrina católica afirma que aunque Jesús nos ha conseguido la salvación con su muerte y resurrección, somos nosotros los que tenemos que adherirnos a ella mediante nuestras obras. Los protestantes ponen el acento sólo en la primera y se olvidan de la segunda, aún en contra de los testimonios bíblicos citados.
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miércoles, 3 de junio de 2009
Pensamientos (XXXI): San Agustín
Ninguno crea que va a asustar a Cristo con su negativa cuando le pide que se haga cristiano. Como si Cristo hubiera de ser más feliz porque tú te bautizaras.
A ti te conviene hacerte cristiano; si no lo fueres, no se le seguirá a Cristo ningún mal.
Oye lo que dice el salmo: "Dije al Señor: Tú eres mi Dios, porque no necesitas de mis bienes" (Sal 15, 2); por eso eres mi Dios, porque no necesitas de mis bienes.
Si vivieres sin Dios, tú perderás; si vivieres con Dios, no ganará; nada gana Él contigo, mucho pierdes tú sin Él.
Busca, pues, en Él tu provecho; cobrarás nuevas fuerzas si te llegares a Él; desfallecerás si te apartares de Él. Él conservará su plenitud si tú te llegas, y la conservará también si tú te apartas.
San Agustín, Tratado 5 sobre el evangelio de San Juan, n. 5.
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martes, 2 de junio de 2009
Citas bíblicas que deberían leer los protestantes (IV)
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Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». (Mt 16, 17-19).
En relación a este muy conocido texto, se podrían formular muchas reflexiones apologéticas del Primado de Pedro. Pero hoy, el descubrimiento en este texto se centra en el nombre de Pedro.
Los evangélicos intentan hallar una diferencia entre el nombre de Pedro (Petros) y el sustantivo griego que se utiliza para piedra (Petra). Esa diferenciación es remarcada por ellos para hacer distinguir el papel secundario de Pedro en la Iglesia, de manera que se pone énfasis en la segunda para menospreciar el primero (el cimiento de la Iglesia sería la Piedra -petra-, y el apóstol sería una piedrecita -petros-).
Sin embargo, tenemos que caer en la cuenta de nuevos razonamientos. En griego la palabra roca (petra) es femenina, por lo que hay que transformarla para poder utilizarla como nombre de un varón. La utilización de dos vocablos, petra y petros, se deriva de la concordancia gramatical de los géneros en el griego, y no de ninguna otra razón de fondo que pretenda ver dos cosas sustancialmente distintas.
Jesús, en cambio, no predicaba probablemente en griego, sino en arameo; y en esta lengua la palabra que corresponde al significado de piedra es kefa, que se utiliza en la misma forma para el género masculino y el femenino. Por tanto, de los labios de Jesús no pudo haber salido ninguna expresión para hacer ninguna diferenciación en este pasaje: kefa es el nombre de Pedro y kefa es el cimiento de la Iglesia.
Los testimonios que corroboran la primacía de Pedro son innumerables; comenzando por la propia Escritura, lo vemos dirigiendo la comunidad en la primera reunión de la Iglesia en el aposento alto, fue él también quien predicó el primer sermón. En este mismo sentido, el extenso testimonio de los padres de la Iglesia.
Los argumentos apologéticos utilizados en el mundo protestante una vez más se venían abajo.
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lunes, 1 de junio de 2009
Pensamientos (XXX): P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios
La verdadera perfección consiste en la imitación de Cristo, por eso no siga otros pasos que los de Cristo Jesús.
Procure que ninguna cosa le entre en el corazón sino Jesucristo, para no hacer cosa, ni decir palabra, ni tener pensamiento, que no hiciera, dijera o tuviese Cristo.
Todo lo bueno es de Dios, venga por donde viniere y cuando Dios es servido, todas las dificultades se allanan. Tengo por experiencia que cuando más sinceramente dejamos hacer la voluntad de Dios, salen los frutos en mayor honra y gloria suya.
El camino de la Cruz es el más derecho para la bienaventuranza. Por eso quien se va acercando tanto a Cristo Crucificado, razón es que experimente más que otro a qué sabe la cruz de los trabajos. Aunque nunca falta un Simón Cirineo que ayude a llevar la Cruz.
El verdadero amor causa que el alma se aparte del amor de todas las criaturas y sólo se abrace con Cristo, poniendo en él solo toda su confianza.
El alma cuando llega a esta embriaguez de amor, no desea otra cosa sino Dios y más Dios, entonces dice: "Abre, Señor, ese corazón, dame morada en ese tu pecho, déjame entrar en esa fuente de agua clara, que vengo como el ciervo sediento a buscar defensa, amparo y refrigerio".
P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, O.C.D.
domingo, 31 de mayo de 2009
Citas bíblicas que deberían leer los protestantes (III)
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Quedaban más textos por descubrir en el proceso de descubrimiento de la verdad católica en las Escrituras. Sigamos en el proceso:
"Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta." (2 Ts 2, 15).
Los cristianos no católicos evitan cualquier concepto que se parezca a una Tradición en la que confiar y ponen siempre su acento en todo pasaje que induzca a pensar en desacreditar las tradiciones humanas como indignas de aprecio. Sólo la Palabra Escrita merece su consideración como fuente revelada.
Recordemos que la doctrina católica afirma que las fuentes de la Revelación son las Sagradas Escrituras y la Tradición, entendida como la enseñanza recibida de labios de Jesús por los apóstoles y los discípulos y recibida en las primeras comunidades cristianas.
Pero en este texto San Pablo afirma lo contrario, que se retengan las tradiciones, haciendo hincapié igual en las orales que en las escritas. En el pasaje anterior (2 Tm 3, 14) San Pablo también dice "permanece fiel a la doctrina que aprendiste" en el mismo sentido. No hay ninguna distinción entre lo recibido por escrito y lo recibido oralmente.
De hecho, el método preferido de San Pablo para la transmisión de la fe era el oral, por el que fue enseñado el mensaje de Cristo en toda la comunidad cristiana primitiva. Las cartas las usaba cuando tenía que dirigirse a comunidades que no podía visitar. El concepto de Sola Scriptura no sólo no encaja con lo que San Pablo expone claramente en estos pasajes, sino que trunca y limita la verdad sólo a la palabra escrita.
La Biblia no afirma en ningún sitio que una verdad para serlo tiene que estar en la Biblia. Pero sí afirma que la tradición oral (lo que expresamente no está en la Biblia, pero ha sido recibido) debe ser conservada.
En el mismo sentido, San Juan clausura su evangelio con estas palabras como colofón al mismo:
"Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían." (Jn 21, 25)
En Mt 28, 19-20: "Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo", Cristo no manda que se escriba ningún libro, sino que manda que se predique la buena noticia, y la predicación es esencialmente verbal. La Biblia, como instrumento de la predicación, está inspirada por Dios y es su don, pero no es el único fundamento de la verdad.
Este fundamento dice la Biblia que es la Iglesia, pero ¿qué Iglesia?. Las doctrinas son muy variadas y contradictorias según en qué iglesia se estudien. ¿Qué criterio nos da la garantía de no equivocarnos al elegir? Nuevamente en la Biblia encontramos la respuesta.
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