Señor, desde este punto todas mis cosas sean vuestras: yo os las doy y pongo en vuestras manos, haced de ellas y de mí todo lo que quisiereis como de vuestra hacienda propia.
Vuestra es mi alma, mi vida, mi salud, mi contento, mi quietud, mi honra, mi hacienda y todo lo que yo en esta vida puedo tener y desear, que no quiero nada sino solo a Vos.
Si me quisiereis dar algo de esto, lo tomaré como hacienda vuestra, y si lo quisiereis quitar, no me agraviaré ni me quejaré, pues ya os lo he dado y no es mío.
Y todas vuestras cosas son mías y las tomo por propias. Vuestra honra, vuestra ley, vuestra Iglesia, vuestra fe, vuestro Padre y Madre y vuestros santos, vuestra cruz, vuestras almas que hay en la tierra.
Y de aquí adelante no quiero otra cosa sino volver por vuestra honra, guardar vuestra ley, hacer fruto en vuestra Iglesia, reverenciar y servir a vuestra Madre y a vuestro Padre Eterno y a los santos del cielo, procurar la salud de vuestras almas, sufrir vuestra cruz y todo lo que yo supiere que os da gusto y contento hacerlo, aunque me cueste la vida.
P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios.
Para comunicar alguna gracia concedida: padregracian@gmail.com
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