jueves, 23 de abril de 2009
El amor, centro del verdadero matrimonio cristiano
Me ha llegado por correo electrónico, a través de un amigo de toda confianza, una publicidad de las que circulan libremente por internet relativa a la última modalidad de ofrecimiento de la prostitución: 'novias de contrato, el sexo más inteligente'.
En el folleto se hace una descripción exhaustiva de las bondades del pseudo-contrato: sin vínculos, total disponibilidad, y toda una serie de pormenores que por su carácter altamente autoexplicativos voy a omitir, todos ellos en la dirección de presentar esta modalidad de prostitución como el perfecto sustitutivo de la relación de pareja, sin compromisos, sin problemas, sin exigencias, sin dificultades y que se puede romper en cualquier momento.
¿Para qué tener casarse, con todos sus inconvenientes, si el matrimonio puede ser sustituido por la relación sexual sin ninguna atadura?
A los ojos de nuestra sociedad hedonista, y tal y como lo describe el folleto, parece la solución ideal. Cogemos la relación de pareja y estudiamos la manera de despojarla de todos sus inconvenientes, sus responsabilidades y sus cargas, sus problemas del día a día. Después de esta operación de cirugía moral avanzada, ¿con qué nos hemos quedado? Con nada, es decir, con un remedo de relación de pareja en la que no existe el amor, el verdadero amor; todo lo más, en la forma de un sustitutivo vacío meramente carnal.
Evidentemente los problemas no son inherentes a la relación de pareja, del mismo modo que el pecado no es inherente a la condición humana tal y como Dios la concibió. En todo matrimonio es normal la existencia de contrariedades que son fruto de la convivencia, el egoismo, la falta de amor, las dificultades económicas o de salud, las relaciones de terceras personas, etc.
Pero si nos fijamos sólo en las contrariedades, nos estaremos olvidando de lo primordial: el amor. Y es éste, el amor, el que da sentido a todo, a la relación matrimonial, a la existencia de los hijos que componen la familia, a la convivencia mutua en felicidad, a la superación de las trabas que se van presentando.
La relación matrimonial, despojada de las dificultades y problemas propios de la convivencia, se ha convertido, por arte del interés humano, en un servicio a cambio de dinero, un intercambio de prestaciones al más puro estilo comercial. Se publicita la frialdad de la prestación sexual como una gran ventaja frente al matrimonio, cuando en realidad representa la aridez del desierto, en el que es imposible la vida, frente a la fecundidad del vergel.
Si hay algo que agradecer a este tipo de publicidad, como en general a toda la actividad del demonio en nuestra sociedad, es que nos permite ver con mayor claridad dónde está la luz verdadera y el sentido de las palabras que hemos recibido de Cristo.
Si queremos despojar a la relación matrimonial del compromiso vitalicio exigido por el Señor, estaremos comenzado la tarea de cirujano de espurgar del matrimonio lo que no nos conviene. Y ya sabemos que el final de dicha tarea es quedarnos con una relación sin sentido, sin vida, sin amor.
Igual ocurre con el resto de dificultades: si no las asumimos en Cristo, si no las llevamos a la cruz del Señor y las crucificamos en ella, junto a nosotros mismos, no estaremos en disposición de alcanzar el verdadero amor.
Si queremos construir una relación matrimonial en la que desechemos lo que nos molesta, al final nos quedaremos con una burbuja de aire en la que no habrá nada que merezca la pena, ni siquiera la relación sexual vacía y hastiante que promete este folleto.
Yendo aún más allá: ¿podríamos concebir cualquier relación humana sin dificultades?. La relación de unos amigos, compañeros de trabajo, vecinos, sin ninguna traba ni problema, ¿llevaría aparejado el verdadero amor al prójimo que nos predica Cristo? Sería una buena ocasión para la reflexión personal.
Enlaces relacionados:
Amor y libertad: el perfecto amor de Dios (2-Marzo-2009)
Amar en la diferencia
¿A qué se parece el amor?
Cuando se quiere reducir la vida del hombre a algo puramente químico y celular llegamos a esto y a cosas peores.
ResponderEliminarSe vende como modernidad y progreso.Bien,pero eso no quiere decir que sea bueno.
Un abrazo.
Sólo un hombre o una mujer con el corazón vacío podrían plantearse algo así. Es un planteamiento muy alejado de Dios, ya que Dios es todo amor. Espero por el bien común que esta nueva modalidad no tenga éxito. Saludos Pablo L.
ResponderEliminarEs lamentable escuchar esto pero no debería sorprendernos (aunque sí indignarnos, por supuesto). Soy arabista, y estos días he estado estudiando sobre feminismo islámico porque tengo que presentar dentro de poco un trabajo sobre este tema, y lo cierto es que necesito deahogarme. Hace cuatro años que estudio el Islam y con franqueza debo decir que como religión puede proporcionar mucha paz y alegria a sus fieles si es bien interpretado. Sin embargo, la figura humana de su Profeta... me mantiene en un estado amor-odio que no soporto. Por un lado, admiro y valoro su esfuerzo por intentar mejorar la situación de barbárie que vivió su sociedad antes de que empezara a predicar. Por otro... no puedo evitar sentir un enorme rechazo y cólera cada vez que leo las historias relativas a su harén. No me parecen "divertidas" ni "hermosas" por su carácter aparentemente "erótico" y "sensual", sino más bien aberrantes y llenas de un egoismo tal por parte de quien las protagoniza.
ResponderEliminarTradicionalmente, muchos "buenos musulmanes" (lo pongo entre comillas porque a mi no me parecen más que puritanos que persiguen una doble moral) se han reído de las distintas escenas de celos que las mujeres del Profeta protagonizaron. Supongo que eso pasa porque son hombres, y como en sus mentes no existe la posibilidad de la poliandria son incapaces de ponerse en el lugar de una mujer que constantemente tiene que vivir con la humillación de ser "compartida" como un vil objeto. El Profeta tenia que turnar el número de noches que destinaba a cada una de sus mujeres, y ellas no podían sino acatar esa norma sin rechistar. Por otro lado, la mayor parte de veces solo conseguía que se amotinaran entre ellas viendose como enemigas al competir por el afecto de su marido... y por supuesto, muchas de ellas se casaron siendo muy jóvenes con él, de manera que cuando este hombre murió las dejó todavía en la flor de la juventud... y con la prohibición de volver a casarse jamás...
¿Cómo es posible que un hombre así pueda suscitar admiración o deseo de imitación por tantos musulmanes y musulmanas (lamentablemente) en sus relaciones de pareja?
El Corán marca muy bien las normas de moral sexual: está prohibido mantener sexo pre-matrimonial (fornicar) y únicamente se permite mantener relaciones sexuales con el propio esposo o esposa. Sin embargo hay un pasaje que aparentemente consiente la poligamia, dice concretamente que es posible tomar como máximo cuatro esposa siempre y cuando el marido sea justo con cada una de ellas. Y luego añade una coletilla que casi nadie contempla: "cosa que no podrás hacer, asi que, si temes ser injusto toma únicamente una esposa". Por lo tanto, como el matrimonio polígamo está limitado a una condición inasumible se debe interpretar que en realidad la poligamia no está permitida en el Corán. Pero aqui viene la otra cara de la Moneda: eso es para los fieles, al Profeta no se le ha restringido nada en ese aspecto... y así mismo lo dice el "Libro rebelado"...¡Que casualidad! Lo siento..., esque me indigna...
Por tanto, en conclusión: la tendencia del hombre y la mujer al pecado, así como de intentar, por todos los medios, justificar-lo para evitar sentimientos de culpa y por tanto, posibles arrepentimientos (ya sea desde una religión o desde la publicidad de "lo moderno y lo "avanzado") han sido, son, y supongo que lamentablemente siempre serán, pequeñas brechas por donde el mal se cuela. El compromiso de los cristianos es, me imagino, evitar que eso nos contagie también a nosotros. (hablo sobretodo de los que intentan darle un vuelco "moderno y avanzado" al cristianismo... creo que entendeis a lo que me refiero).
Para finalizar, después de este desahogo (necesario, porque sino soy incapaz de proseguir este trabajo sin miedo a romper los libros o el portátil) decir que me ha encantado tu artículo, que me ha servido de válsamo para calmar esta indignación que siento ante tanto egoismo y pedantería, y sobretodo, que me ha hecho recordar lo mucho que amo a Cristo: ¡Él si me da razones para admirarle y desear imitarle cada día!
y si tu matrimonio va mal? y si la persona que elegiste no es buena? y si te equivocaste?... no tienes derecho a volver a amar a alguien? no tienes derecho a ser feliz? y si no tienes dinero para pedir la nulidad? ya no permiten ser feliz a una persona, se le prohibe volver a amar a otra persona?
ResponderEliminarY si te vuelves a enamorar de alguien que si tiene principios... que si tiene tu educación... que te ama y se desvive por ti... es pecado amar?