(Procede de un artículo anterior.)
Como ya he comentado anteriormente, la mayor aportación del testimonio de Egeria se centra en la descripción que hace de la liturgia que encuentra en Jerusalén, es decir, de cómo se realizaban las celebraciones. A fin de hacer estas consideraciones lo más amenas posible, he pensado formularlas en modo de pequeñas perlas a considerar:
- En tiempos de Egeria, ella atestigua que existe la dimittitur populus, que es la ceremonia por la que el diácono despedía al pueblo al finalizar la synaxis, con una formula como "exeamus in pace", vayamos en paz. Esto suena conocido pues responde al mismo esquema que hoy utiliza la Iglesia para despedir las celebraciones.
- Para designar el concepto de rito de la oblación, la eucaristía, Egeria utiliza la palabra missa u oblatio.
- Por vigilia se conoce el oficio anterior a una fiesta como preparación a la misma, igual que lo conocemos actualmente.
- Celebraban la Epifanía el 6 de enero, es decir, el nacimiento de Jesús. Esto no debe
extrañarnos pues hoy en día la Iglesia Católica de Rito Oriental celebra el nacimiento de Jesús en dicha fecha, mientras nosotros celebramos la Adoración de los Magos de Oriente. En verdad, y que no se extrañe nadie, en nuestro rito católico las fiestas de la Natividad del Señor (25 de diciembre) y la Adoración de los Magos (6 de Enero) es un desdoblamiento de la misma
fiesta del Nacimiento del Señor que se celebra, por motivos históricos, de esta manera.
Así podemos explicar por qué en muchos paises de nuestra época se celebra mucho la Natividad el 25, pero la fiesta de la Adoración de los Magos prácticamente no existe. Sin embargo el hecho de que nosotros celebremos la Adoración de los Magos es una riqueza enorme de nuestra cultura, pues esta Adoración simboliza y representa que la gentilidad (todos los pueblos extraños al mundo romano y judío) adora a Jesús como Rey, reconociendo que el mensaje de Jesús va dirigido a todos los hombres de la tierra y no sólo a los judíos (que sí están representados en la Adoración de los Pastores del día 25).
- Ya celebraban en aquella época las octavas de las fiestas principales, como ésta de la Epifanía. Esto es que la fiesta se prolonga en su celebración hasta ocho días más allá del propio de la fecha como si fuera el mismo día. Las octavas proliferaron en la reforma del Misal Romano de San Pío V, vigente hasta el Concilio Vaticano II, pero en esta última reforma sólo se conservan actualmente las octavas de la Natividad (25 Dic.- 1 Ene.) y la de Pascua (Dom. de Res. -
Dom I de Tiempo Pascual).
- La presentacion de Jesús en el Templo se celebraba 40 días después de la Epifanía. Responde al mismo esquema la celebración de esta fiesta (conocida como la Candelaria) en nuestra liturgia, que es el 2 de febrero, es decir, 40 días después del 25 de diciembre.
- La Cuaresma la celebraban en 8 semanas en lugar de los 40 días que tenemos actualmente debido a una curiosa causa: no ayunaban ni los sábados ni los domingos, probablemente debido al respeto tan considerable que tenían a las celebraciones de estos días. Si hacemos cuentas, 8 semanas son 56 días. Los sábados y domingos de 8 semanas son 2 x 8 = 16 días. Así, 56 - 16 = 40 días de duración del ayuno.
- El sábado anterior al Domingo de Ramos se llamaba el sábado de Lázaro en Betania, pues se leía en dicho día la lectura del evangelio de San Juan (12, 1-8) que dice: "Seis días antes de la Pascua vino Jesús a Betania...".
- La Semana Mayor comenzaba con el Domingo de Ramos en el que se celebraba ya una procesión de ramos desde el lugar de la Ascensión del Señor hasta la Anástasis del Santo Sepulcro, ceremonia que se ha practicado intermitentemente hasta el día de hoy en que se celebra de manera solemne en el mismo lugar.
- El lunes, martes y miércoles santo se recita la misma liturgia. Este último día se lee el evangelio de la traición de Judas, en cualquiera de los evangelistas que lo recogen.
- La liturgia del jueves, viernes santo y el día de la Pascua se dedicaba a diversos actos en los lugares santos y en los templos existentes donde iban los fieles junto a su obispo, los diáconos y presbíteros. Leían las lecturas alusivas al momento de la Pasión que celebraban y los presentes vivían los distintos momentos con grandes gritos y sollozos al recordar los sufrimientos de Cristo.
He dado con una edición actual que quiero compartir con todos de una traducción de este libro. Lo edita Maxtor (http://libreria.maxtor.es/84-9761-788-6). Un saludo.
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