El Señor es muy claro en su enseñanza: "Si alguien te golpea en una mejilla, pon la otra" (Mt 5, 38-41).
Pero tenemos que reflexionar sobre este mandato de Jesús, puesto que podemos olvidar el destinatario al que está dirigido ni el contexto en el que está dicho.
Comenzando por el contexto, dicha frase se pone en relación con la ley del Talión del Antiguo Testamento, ojo por ojo y diente por diente. La caridad instaurada por Jesús no es esa, sino la de saber perdonar al que nos ofende.
En cuanto al destinatario de esta ley promulgada por Jesús no hay que olvidar que la defensa a la que Él alude puede darse en dos situaciones bien diferenciadas:
- Una ofensa o ataque dirigido a mí personalmente, en el ámbito puramente individual. Evidentemente si alguien se dirige a mí ofensivamente, la mejor opción que tengo, propuesta por Jesús, es poner la otra mejilla por lo que todo mi esfuerzo tiene que ir encaminado a que esa sea mi respuesta como cristiano. La caridad cristiana exige de mí el perdón, si quiero ser perdonado.
- Una ofensa o ataque dirigido a una colectividad a la que represento o a la que tengo la obligación de defender. En este caso, el bien dañado no es exactamente mi persona o mis ideas, sino una pluralidad de personas o un ente superior que espera de mí su defensa.
Por ejemplo, podíamos pensar en un atacante que entra en mi casa y pretende causar daño a mi familia; o un país fronterizo que pretende invadir el nuestro por la fuerza; o cualquier pueblo que pretenda imponer coactivamente sus ideas o religión en mi espacio vital (ciudad, región, país) de manera que yo quede desplazado.
En este caso último, el precepto de Jesús no puede ser aplicable, simplemente porque el bien que ha sido dañado no me pertenece personalmente, sino que existe un deber por mi parte de protegerlo, y otras personas (mi familia, mis compatriotas, mis conciudadanos que coinciden en mi manera de pensar o sentir) esperan de mí que yo cumpla ese deber.
En tal caso, ejercer la caridad por mi parte (pongo la otra mejilla) siendo otro el que es abofeteado o herido (mi casa usurpada, mi país invadido) puede llegar a ser una farsa. Para mí no existe tal caridad, pues la caridad (=amor) nos obliga precisamente a no consentir dicho daño.
De hecho, el no cumplir ese deber (el de proteger a mi familia o a mi patria, o a mi religión) se puede convertir en una falta si gracias a mi inacción, otra persona sufre un menoscabo.
El ejemplo perfecto lo tenemos de la mano del mismo Jesús. ¿Qué es la Pasión sino poner la otra mejilla a toda clase de insultos y vejaciones injustas recibidas por Él, Santo entre los Santos? Pero el mismo Jesús que puso su mejilla de forma tan nítida y sin retener nada para sí, es el que nos muestra este otro pasaje:
"Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio». Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá" (Jn 2, 13-17).
En este pasaje Jesús invoca el derecho que está protegiendo expulsando a todos aquellos del Templo: "... no hagan de la casa de mi Padre ..."
Jesús lo dice claro: cuando la ofensa se dirige al respeto que debía tenerse en la ley antigua al Templo como casa de oración y adoración al Padre, entonces no hace uso de su precepto de poner la otra mejilla, sino que activamente protege ese bien dañado.
El Catecismo de la Iglesia lo dice claramente en el número 2240: "La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho a voto, la defensa del país".
Nadie en su sano juicio invoca el precepto de Jesús para justificar que no cierre la puerta por la noche al acostarse como un medio de acogida a cualquiera que pueda querer entrar; o lo invoca para no dañar al invasor que invade nuestra casa o nuestro país.
No podemos olvidar los casos de la Historia en la que mediante el uso de la fuerza, otras religiones impusieron su presencia coactivamente en territorios fuertemente romanizados y cristianizados (Norte de África) y que esto supuso la práctica desaparición de la cultura cristiana antigua de esas zonas.
No pensemos que Europa es inmune a estas mismas circunstancias históricas. Más bien la amenaza es cierta y abierta. La defensa es un deber y una obligación, no un pecado. Hoy los ataques a occidente no vendrán por invasiones masivas como en otros tiempos, sino por la infiltración lenta y taimada, pero cierta. Y si no nos acordamos de cerrar la puerta por la noche, ocurrirá lo que no queremos.
Est . P hasta donde es valido dar posada al peregrino?
ResponderEliminarsaludos
Estimado amigo: Comprendo su duda. La fe cristiana es un marco moral en el que nos tenemos que mover guiados por una conciencia recta y bien formada. Y en tener una conciencia bien formada es donde tenemos que poner nuestro empeño y casi nuestra vida entera. Y todo eso, sin salirnos del marco fundamental de la moral cristiana fundada en Cristo. Que la conciencia no me puede llevar a algo contrario a la moral, si no hemos terminado en la cuneta de la fe.
EliminarDar posada al peregrino se puede hacer de muchas formas: pagando un alojamiento digno para esa persona, por ejemplo.
No pretendo dar soluciones morales porque me cuesta mucho trabajo tomar estas decisiones en mi vida personal.
El buen samaritano le buscó un alojamiento en una posada a aquel hombre que se encontró malherido en el camino. Y estas son palabras de Jesús.
Pienso que Jesús quiere que no nos quedemos indiferentes ante la necesidad ajena y que actuemos de forma positiva y efectiva. Y siendo astutos, que muchas veces la primera solución que se nos viene a la cabeza no tiene por qué ser la mejor.
Bendiciones en Cristo.
Est Padre es necesario en estos tiempo que los lideres islamicos que se consideren no extremistas se junten y condenen las suras del Coran que llaman a la guerra santa y al exterminio de los infiles( que son todos aquellos que no son ellos ) y que sena removidas del Coran , de otra forma la humanidad nunca llegara a la verdadera paz , por que si sigue asi cada musulman sera potencialmente un asesino
ResponderEliminarsaludos
Puede usted tener razón en lo que dice, pero nuestra misión como cristianos es hacer traslucir a Cristo en nuestras vidas. Somos muy imperfectos, pero esa es nuestra meta.
EliminarEs decir, yo pienso que es mejor pensar de esta otra forma: mi misión en conseguir la paz de Cristo en mi entorno, que es donde Cristo me la pide. Y la paz no es sólo ausencia de conflictos, sino verdadera vida en el Espíritu.
Muchas personas viven una vida sin conflictos, pero no tienen una paz interior, y eso es triste. La paz exterior muchas veces no depende de nosotros, pero en la interior sí podemos trabajar para unirnos cada vez más a Dios que es quien nos la da de verdad.
No le falta razón a lo que usted dice, pero yo siempre pienso en qué me pide Cristo a mí en esta situación o en cualquier otra.
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