- Venid a mi los que estais cansados y agobiados que Yo os aliviaré (Mt 11, 28).
"Venid a mí..."
¿vamos a Él o nos alejamos de Él?
- Carguen mi yugo porque soy paciente y humilde de corazón (Mt 11, 29).
- Mi yugo es llevadero y mi carga ligera (Mt 11, 30).
Jesús no ha venido a cargarnos,
sino a aliviarnos.
- Pertrechémonos con las armas de la luz (Rm 13, 12-14)
La LUZ tiene sus armas.
No nos avergoncemos de la lucha contra el mal.
A lo mejor es que simplemente hemos renunciado a luchar.
- ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? (Palabras dichas por la Virgen a San Juan Diego, 1531)
Ante la muerte inminente de su tío Bernardino,
Juan Diego corre a buscar a un sacerdote y
rodea el Tepeyac para no encontrarse con la Señora
que sabe que lo espera.
que sabe que lo espera.
Pero ella sale a su encuentro...
Huye de la Virgen cuando ella puede socorrerlo...
¿y nosotros, también rodeamos el Tepeyac
para no encontrarnos con Dios cuando Él nos pide algo?
¿Huimos de Él para "encontrar" la solución de nuestros problemas?
¿y nosotros, también rodeamos el Tepeyac
para no encontrarnos con Dios cuando Él nos pide algo?
¿Huimos de Él para "encontrar" la solución de nuestros problemas?
- No hago lo que quiero y hago lo que no quiero (Rm 7, 19)
El gran San Pablo confiesa que mete la pata.
Igual que yo mismo.
- ... os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite (Lc 11, 5-8)
Jesús habla de un amigo que le pide a otro
tres panes para dar de comer a un invitado.
Jesús nos dice: "sed importunos con Dios".
Nada más y nada menos.
- ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar de un pez? (Lc 11, 11-12).
¿Somos conscientes de que Dios nos dará
lo que le pidamos, si es para nuestro bien?
Pero para pedir, tenemos que tener necesidad
de Dios, no ser autosuficientes.
El que se basta a sí mismo, no pide.
¿Necesitamos a Dios de verdad o lo utilizamos
en nuestro favor, cuando nos conviene?
- Te basta mi gracia (2 Co 12, 7-9).
No esperes grandes signos.
Muchísimos santos no tuvieron
ningún signo especial en toda su vida.
Su gracia lo puede todo en tí.
Déjala actuar.
- ... como impostores que dicen la verdad, desconocidos siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres pero que enriquecen a muchos, como necesitados pero poseyéndolo todo. (2 Co 6, 8-10).
Quién al tú decir la verdad,
no te han tomado alguna vez por impostor.
Quiénes te han ignorado al saber de tu fe,
aunque fueras conocido de sobra.
Quiénes te han dado como moribundo para el mundo
cuando vives la vida de Cristo.
... consuélate que ya San Pablo pasó por todo esto.
- ...atribulados en todo, más no aplastados; apurados, más no desesperados; perseguidos pero no abandonados; derribados, más no aniquilados. (2 Co 4, 8-9).
Jesús está siempre en el extremo de todos tus problemas
para ser la mano que te salva.
Más allá de cualquiera de nuestros males
está el poder de Jesús en tu vida.
- Mira que estoy a la puerta y llamo; si me abres, entraré y cenaremos juntos (Ap 3, 20).
¡¡Qué infinita paciencia la de Jesús!!
¡Él nos espera a nosotros!
Los reyes no esperan; los súbditos sí.
Aquí el Rey es Él.
... y todo, por cenar contigo y conmigo.
- Dios es la brisa de la cueva de Elías (1 Re 19, 8-13).
¿No estaremos dejando pasar a Dios
de nuestras vidas porque lo esperamos
como trueno en lugar de como brisa?
¿como "servicio técnico 24 horas" de nuestros problemas
en lugar de nuestro amigo y Señor?
- El Señor es mi pastor, NADA me falta (Salmo 23).
... ¿ nada ?...
¡¡Nada, pero nada!!
Aprende este salmo de memoria,
que te acompañe en la oración.
- La parábola del hijo pródigo (o también del hijo derrochador) (Lc 15, 11-33).
Si tuviéramos que elegir una sola enseñanza
de Jesús, yo me quedaría con ésta.
La mejor narración de la Historia Universal
consagrada a narrar la misericordia de Dios.
- Antes morir que fallarle a Jesús (en la persecución cristera de México, 1926-1929).
¿Y antes morir que pecar?
- El Señor abre puertas que nadie puede cerrar, cierra puertas que nadie puede abrir (Ap 3, 7).
El Señor puede cambiar toda tu vida.
Déjalo hacer.
- En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraiso. (Lc 23, 43)
El mejor consuelo para el pecador arrepentido.
- Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).
En la Eucaristía, junto a mí, en lo más hondo de mi alma,
en medio de dos o más que estemos reunidos en su nombre,
como amigo en el que reclinar la cabeza en el día de la partida.
Está y estará con nosotros.
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Todas esas palabras tienen mucho o todo que ver conmigo, pero fue precisamente la primera de ellas la que fue mi verdadera tabla de salvación: yo estaba más que agobiado y él llamaba a mi puerta; le abrí y cenamos juntos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Ese "Venid a mí" ha sido para mí siempre algo conmovedor e inaudito. Como tantas cosas de Jesús, nunca dichas, nunca oídas antes.
EliminarUn abrazo.