Sin embargo, en la oración de la tarde, leí que, al expresar Santa Gertrudis ese mismo deseo, Nuestro Señor Jesucristo le había respondido:
"En todo y sobre todo, ten buena voluntad: esa sola disposición dará a tu alma el brillo y el mérito especial de todas las virtudes. Todo el que tiene buena voluntad, el deseo sincero de procurar mi gloria, de darme gracias, de compadecerse de mis sufrimientos, de amarme y servirme como todas las criaturas juntas, recibirá indudablemente unas recompensas dignas de mi liberalidad, y su deseo le será en ocasiones más provechoso que a otros les son sus buenas obras".
Muy contenta por aquellas frases, siempre en beneficio mío, se las comuniqué a Sor Teresa que sobreabundando, añadió:
"¿Has leído lo que se cuenta de la vida del Padre Surin? Mientras hacía un exorcismo, los demonios le dijeron: 'Lo conseguimos todo, ¡únicamente no logramos vencer a esa perra de la buena voluntad!'. Pues bien, si no tienes virtud, tienes una 'perrita' que te salvará de todos los peligros. ¡Consuélate; te llevará al Paraíso! ¡Ah!, ¿dónde hay un alma que no desee alcanzar la virtud? ¡Es la vía común! ¡Pero qué poco numerosas son las que aceptan caer, ser débiles, que se sienten felices de verse por los suelos y que las demás las sorprendan en ese trance!".
(Consejos y recuerdos recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz -Celine, en el siglo- hermana de Santa Teresa de Lisieux)
Tener buena voluntad es optar por Cristo sin exclusiones, sin reservas, de manera irrevocable y poner todo de nuestra parte para que su voluntad se cumpla en nosotros.
(La imagen corresponde a la Santa Faz pintada por Celine, inspirada directamente de la Sábana Santa).
¡Qué fascinantes son los caminos que llevan a Dios!
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